Disfemia: guía de apoyo
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El juego en el desarrollo lingüístico

Numerosos estudios realizados desde distintas perspectivas epistemológicas, destacando a Piaget, Vygotski, Freud y Winnicott, citados en Garaigordobil (2005:17), permiten considerar que “el juego es una pieza clave en el desarrollo integral del niño”.

El juego es un elemento importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje y de maduración del individuo, y, por lo tanto, es considerado pedagógicamente como medio y fin en sí mismo del desarrollo humano. Así pues, dejar que el niño juegue, y que lo haga disfrutando, potenciará sus aptitudes en todas las áreas: lingüísticas, artísticas, intelectuales, motrices, etc.

El autor Pugmire-Stoy (1996) describe el juego como “necesario para el pleno desarrollo del cuerpo, el intelecto y la personalidad del niño al igual que la comida, la vivienda, el vestido, etc. Las actividades infantiles constituyen el trabajo de aprender a vivir en este mundo y, en consecuencia, la provisión de objetos, espacio, tiempo y compañeros para jugar tiene una importancia primordial”.

Resumiendo las palabras de Garaigordobil (2005): el juego es ante todo comunicación. Es en cierto modo el antecedente de la palabra, la primera manera de nombrar la realidad. Esta autora destaca el papel estratégico de los juegos lingüísticos, a los cuales se dedican los niños y niñas con gran placer, ya que son una de las formas básicas de aprendizaje del lenguaje. El niño lleva a cabo esta actividad lúdica con el lenguaje en monólogos, en diálogos ficticios o reales y explora las posibilidades de su repertorio lingüístico y paralingüístico (tono, ritmo, modulación, etc.).

El juego debe utilizarse en el contexto escolar y familiar para conseguir una mayor participación y motivación por parte del niño.

Dentro del aula se puede hacer uso de numerosos juegos que realizan a través del lenguaje oral y de la expresión como pueden ser: veo-veo, adivinanzas, trabalenguas, la palabra encadenada… Los cuales son un recurso muy motivador para el alumnado y que a la vez está favoreciendo su expresión, aumentando su vocabulario y mejorando las relaciones sociales entre los alumnos.

Es decir, en la intervención directa o indirecta con los alumnos con disfemia, esta debe hacerse desde un enfoque lúdico y participativo, donde el niño sea parte activa del proceso de enseñanza-aprendizaje y este proceso se dé desde el juego y mediante tareas atractivas para él.

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