Cada alumno es único (en cuanto a capacidades, desarrollo, intereses, y competencias se refiere), y, por lo tanto, necesita una respuesta educativa particular, personalizada y adaptada a sus necesidades. Así pues, la intervención educativa se podría definir como un conjunto de acciones que se ponen en marcha, en el contexto escolar y junto con los agentes educativos, para potenciar todas las capacidades de este alumnado.
Normalmente, esas acciones educativas requieren de formas de trabajo más activas, creativas, motivadoras… si las comparamos con la tradicional manera de trabajar en las aulas. Sin embargo, esto no tiene por qué suponer grandes cambios metodológicos y organizativos, sino más bien de lo que se trata es de hacer un cambio en las actitudes, de dar una mayor flexibilidad a las tareas organizativas, a las actividades, etc. Además, dichas acciones, las cuales son beneficiosas para los alumnos con altas capacidades, también lo son para el resto de sus compañeros.
No obstante, el papel de las familias en esta tarea es indispensable. Colaborar con las familias en la labor educadora es fundamental, puesto que esta no tendrá éxito si no existe una relación entre los diferentes contextos en los que se desarrollan los niños. Bien sabemos que las familias, fieles conocedoras de las peculiaridades de sus hijos, son una fuente de información esencial, tanto para identificar y evaluar como para intervenir con este alumnado.
Por su parte, con la respuesta educativa no se pretende otra cosa que proporcionar experiencias, recursos y materiales, con el fin de que estos niños puedan desarrollar y expresar todo su potencial en todas sus dimensiones (cognitiva, social, afectiva, motriz). Por esta razón, es imprescindible que en los centros educativos se diseñen y se organicen este tipo de respuestas, lo cual dará lugar a adaptaciones y a ajustes organizativos y curriculares (enriquecimiento, ampliación, flexibilización…), presentes tanto en los documentos oficiales del centro como en las programaciones didácticas.
La escolarización del alumnado con altas capacidades se realiza en centros docentes de carácter ordinario. Estos centros han de adaptar sus condiciones para poder prestarles una atención educativa adecuada, y articular la respuesta requerida en función de sus características y necesidades. Las decisiones que tome el centro al respecto forman parte, en este caso, de las medidas de atención a la diversidad que se establezcan en los correspondientes Proyectos Educativos.
Por otra parte, la atención educativa a este alumnado se realiza, ordinariamente, dentro de su propio grupo. Realmente, es en este contexto donde se diseñan las diferentes medidas y actuaciones, de tipo curricular y organizativo, las cuales hacen progresar a este alumnado.
Hoy en día se habla de escuela inclusiva, de ahí que, como afirma Aretxaga «la respuesta a la diversidad debe plantearse como un continuo de medidas que vayan desde trasformaciones y cambios en los proyectos educativos y curriculares de centro, en las programaciones de aula, en las actividades extraescolares y en las propuestas dirigidas a determinados grupos de alumnos, hasta la respuesta a un alumno en concreto, implicando a toda la comunidad educativa» (2013, p. 52). Así pues, la LOE, modificada por la LOMCE, contempla que los procedimientos de intervención para la atención a la diversidad deben reflejarse en varios documentos:
Tras aclarar esto, a continuación, siguiendo a Aretxaga (2013), Fernández (2011) y Barrera (2008), nos vamos a detener con las medidas educativas, las cuales pueden ser de tres tipos: de carácter ordinario, de carácter extraordinario y de carácter excepcional.
Las medidas de carácter ordinario (ajustes curriculares, organizativos, metodológicos…) pretenden promover el desarrollo equilibrado y pleno de las capacidades del alumnado contempladas en los objetivos generales de las enseñanzas. Las mismas pueden concretarse en determinadas estrategias de enseñanza-aprendizaje:
De forma que, el agrupamiento es una medida, de este tipo, que puede contribuir a mejorar la atención al alumnado con altas capacidades. En palabras de Monterde (1998, citado en Barrera), se trata de «un conjunto de estrategias organizativas que, en virtud de la flexibilidad, permite formar grupos con carácter fijo o temporal según los intereses y capacidades de sus componentes, a través de un currículo enriquecido, diferenciado y adaptado. Responde a variables de motivación y de rendimiento, pero genera dificultades de interacción social y es incompatible con la filosofía de un sistema educativo igualitario y comprensivo» (2008, p. 28).
Luego, se pueden establecer agrupamientos dentro del centro educativo reuniendo al alumnado con altas capacidades para ser atendidos, en el horario lectivo, fuera del aula ordinaria un tiempo determinado. Sin embargo, para ello, antes hay que contar con recursos humanos. La verdad es que esta medida potencia el rendimiento del alumnado, favorece su motivación, permite la relación con compañeros de características similares, pero, a la vez, puede provocar (y provoca) el aislamiento y la desintegración de su grupo-clase.
Las medidas de carácter extraordinario se centran en enriquecer las experiencias de aprendizaje de los alumnos; de forma que el enriquecimiento consiste en que el alumno, a través de estrategias y tareas diseñadas para ello (con la supervisión y el asesoramiento de su profesor), amplía, investiga o profundiza sobre temas relacionados con aquellas aptitudes en que su capacidad sobresale del resto de sus compañeros. En definitiva, se trata de personalizar la enseñanza adaptando la programación a las características de cada alumno.
En este caso, las tecnologías de la información y de la comunicación pueden convertirse en «muy buenas amigas nuestras», ya que es fundamental considerar que, con este alumnado, se tienen que permitir diversos grados de ejecución de las tareas, así como el poder compaginar las actividades propuestas con otras de libre elección. Y las TIC nos consienten y facilitan esa opción. Además, la colocación de rincones (en ellos, la acción del niño es de libre elección y propician la deducción, la investigación, la imaginación…) en el aula, así como la realización de talleres (en ellos se realizan actividades sistematizadas y dirigidas, con una progresión de la dificultad de manera ascendente), también puede ser muy beneficiosa.
Por su parte y continuando con los talleres, en ellos pueden participar niños de otras aulas y sería muy enriquecedor que las familias también se implicasen en dicha actividad. No obstante, pese a lo dicho, se necesita tutorización y seguimiento por parte del profesorado. Además, tanto las TIC como los rincones y los talleres pueden utilizarse como recursos para todo el alumnado, de forma que se le podría dedicar un tiempo semanal a tal actividad, puesto que son beneficiosos para todos.
Si volvemos con esta medida específica, el enriquecimiento, vemos que el alumno permanece ubicado en el aula ordinaria, desarrollando un currículo adaptado a sus necesidades educativas, a la vez que comparte aula, juegos, actividades y/o experiencias educativas con su grupo de iguales. Además, existen diversas alternativas para enriquecer el currículum (programas extracurriculares, ampliación curricular, enriquecimiento instrumental…), pero la forma más común de hacerlo en el centro educativo es a través de una adaptación curricular individualizada, que podrá ser de enriquecimiento y/o de ampliación.
Dicha adaptación curricular individualizada, cuando es de enriquecimiento, consiste en ciertas modificaciones que se realizan a la programación para un alumno concreto. Esto supone una ampliación horizontal del currículum, es decir, sin avanzar objetivos y contenidos de niveles superiores. Por ello, estas adaptaciones se realizan en materias en las que el alumno presenta mayores aptitudes y en las que se relacionan con sus intereses y motivaciones. Por su parte, cuando la adaptación curricular es de ampliación, la misma supone la ampliación, valga la redundancia, del currículum a cursar por el alumno, con la inclusión de objetivos y contenidos de niveles educativos superiores.
No obstante, tanto un tipo de adaptación como otro requieren de la especificación de la propuesta curricular concreta que se hace con ese alumno en particular (es decir, detallar objetivos, contenidos, metodología, evaluación). Sin embargo, el enriquecimiento, como hemos podido observar en estas líneas, es una medida integradora, la cual permite una enseñanza personalizada, pues atiende a las necesidades educativas del alumno sin separarlo de su grupo de iguales.
Aunque, la verdad es que hay que reconocer que presenta algunas dificultades relacionadas con los requisitos para su adecuada implementación, como, por ejemplo, la adecuada formación del profesorado en tareas de supervisión y asesoramiento, o en el diseño de las estrategias concretas, la dotación de recursos, la flexibilidad horaria, entre otros.
Las medidas de carácter excepcional se dirigen al alumnado que presenta niveles académicos o de competencia curricular superiores a los de su grupo de referencia. Así pues, la medida más común es la aceleración, o sea, el alumno sigue el programa educativo a mayor velocidad que el resto de sus compañeros, con la consiguiente reducción en la duración de su escolarización. Luego, esto se reduce a adelantar al alumno de nivel para ofrecerle un contexto curricular más adecuado a sus capacidades, nivel y ritmo de aprendizaje. De ahí que esta medida también se conozca como flexibilización de los niveles educativos.
Las ventajas de dicha medida específica, están relacionadas con el aumento de la motivación del alumno, una mayor estimulación del mismo, el desarrollo de su proceso de aprendizaje con alumnos de capacidades cognitivas más acordes a las suyas y, además, no requiere de medios extraordinarios. Pero, por su parte, los inconvenientes aparecen por los posibles problemas de adaptación con el nuevo grupo en el que es integrado, o por las discrepancias que pueden presentar con el mismo en cuanto al desarrollo en otros ámbitos (emocional y social).
No obstante, al ser una medida de carácter excepcional, tiene que ser adoptada con cautela y basarse siempre en los resultados de la evaluación psicopedagógica realizada. En cualquier caso, se utiliza cuando se considera que es la medida más adecuada para el equilibrio personal y la socialización del alumno (además de acreditarse con anterioridad que el mismo tiene adquiridos los objetivos y los contenidos del nivel que se va a adelantar).
Sin embargo, estas medidas siempre necesitan, antes de ser aplicadas, ser ajustadas a cada caso particular, valorando su pertinencia o no, así como su combinación con otras medidas.
El alumnado con altas capacidades, debido a sus peculiaridades, necesita encontrarse con ambientes estimulantes, que no frenen sus intereses y su afán de conocimiento. Ante esto, Aretxaga (2013) hace una recopilación de prácticas educativas con la finalidad de que todo el alumnado desarrolle al máximo sus potencialidades, al tiempo que se posibilita una buena convivencia y entendimiento con la comunidad educativa en general. No obstante, es esencial que, junto con estas prácticas, se adopten y desarrollen otras medidas más específicas con este alumnado.
Luego, más que hablar de una única metodología, se puede hablar de principios y estrategias metodológicas, flexibles y abiertas, las cuales persiguen y fomentan un aprendizaje activo, autónomo, basado en el descubrimiento, significativo y funcional, ofreciendo las orientaciones mínimas y necesarias para guiar dicho aprendizaje. Así pues, el autor anteriormente mencionado recoge dichos principios en el siguiente decálogo, el cual es muy útil para el profesorado:
Por su parte, estos alumnos necesitan:
Así pues, además de las indicaciones anteriormente dadas a los profesores, tenemos que contar con una serie de recursos humanos y materiales, sin los cuales no sería posible ofrecer una respuesta educativa adecuada a este alumnado.
Los recursos personales implicados en la atención educativa del alumnado con altas capacidades son, fundamentalmente, los maestros y los profesores que imparten las áreas curriculares en el grupo ordinario, puesto que son los responsables de desarrollar las medidas educativas que se consideren necesarias. Igualmente, se requiere la participación del orientador para la realización de la evaluación psicopedagógica que es la que finalmente determinará las necesidades educativas que presenta. Y como ya se ha comentado con anterioridad, la implicación de la familia es fundamental.
Por su parte, los recursos materiales son diversos y variados. A nivel general, este alumnado requiere:
Aretxaga (2013) hace alusión y concreta una serie de pautas educativas muy útiles si lo que pretendemos es ofrecer la mejor atención y respuesta posible a los alumnos con altas capacidades. Con esto se intenta completar y precisar el decálogo al que se ha hecho referencia anteriormente. Así pues, daremos unas pinceladas que puedan servir de guía y a partir de las cuales se pueda organizar la labor educativa:
Para terminar y hacer una síntesis de todo lo dicho en referencia a las acciones del profesor, nos quedamos con el siguiente cuadro aclaratorio, en el que queda perfectamente delimitado lo que hay y lo que no hay que hacer.
QUÉ HACER | QUÉ NO HACER |
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1. Realiza una buena evaluación inicial a comienzo de curso. Esto te permitirá conocer el nivel competencial de tu alumnado. | 1. No te limites a seguir la programación o el libro de texto de tu curso. Puede que no tenga demasiado que ver con las necesidades reales de tu alumnado. |
2. Ajusta tus expectativas sobre el alumnado con altas capacidades. A veces se confunden o les cuesta una determinada tarea y pueden tener reacciones propias de su edad. Son niños/as o adolescentes, no pequeños adultos. | 2. No esperes de tus alumnos/as aventajados/as siempre todas las respuestas correctas ni un comportamiento maduro y racional. |
3. Utiliza sempre que puedas materiales y actividades intelectualmente estimulantes, que hagan pensar: es mejor clasificar que identificar, comparar que enumerar ... | 3. Evita las actividades demasiado repetitivas, que se pueden realizar sin esfuerzo mental. |
4. Prepara materiales diversos de ampliación para aquellos alumnos/as que terminan pronto las tareas y facilita el acceso a todo el alumnado que, en un momento dado lo necesite. Permite al alumnado elegir el material con el que quiera trabajar. | 4. No “castigues” a los alumnos/as que terminan pronto sus tareas con “más de lo mismo”. si han hecho cinco divisiones rápido y bien, no se merecen más. |
5. Ofrece a tu alumnado actividades equilibradas, que les permitan tanto desarrollar sus puntos fuertes como mejorar los más débiles. | 5. No pongas el acento en los puntos débiles de tu alumnado. Sólo conseguirás desmotivarles. Un alumno/a que lee muy rápido y tiene problemas con la caligrafía necesita textos más complicados, no sólo copias. |
6. Permite que tus alumnos /as aventajados/as muestren lo que saben y respondan a las preguntas que haces a la clase en general. Cuando quieras que alguien en concreto responda, utiliza la nominación. | 6. No “vetes” a ninguno de tus alumnos/as con frases como “tú no, que ya sé que lo sabes”. |
7. Sé flexible con las tareas más mecánicas y monótonas. Algunos alumnos/as con altas capacidades necesitan poco entrenamiento. | 7. No impongas a toda la dase un número muy elevado de actividades repetitivas. Intenta que cada uno realice las que necesita para desarrollar la competencia. |
8. Plantea agrupamientos diversos: los niños/as con altas capacidades pueden ayudar a sus compañeros/as de forma eficaz pero también necesitan a veces estar con quienes comparten sus intereses y forma de trabajar. | 8. Evita las actividades que fomentan la competitividad y el lucimiento personal sin beneficio para el grupo. No utilices a los alumnos/as con altas capacidades como “ayudantes” de forma sistemática. Ellos también van a la escuela a aprender. |
9. Acepta con naturalidad que, en determinadas cuestiones, un alumno/a pueda saber más que tú o ser más rápido en hallar una respuesta. | 9. No temas que tu autoridad quede en entredicho por tener alumnos/as de altas capacidades en clase. |
10. Mantén una comunicación fluida y efectiva con las familias. Ayúdales a entender a su hijo/a y sus necesidades. | 10. No veas a las familias como un obstáculo. Su demanda hacia la escuela está originada por el deseo de dar a sus hijos/as lo mejor, no criticar tu labor. |