Muchas son las concepciones que actualmente se entremezclan cuando pretendemos definir o concretar el denominado método por proyectos, en este sentido, términos tales como centro de interés, trabajo por temas, investigación del medio, proyectos de trabajo, son denominaciones que utilizamos indistintamente pero que responden a visiones con importantes variaciones de contenido. En este sentido, tal y como indica Hernández (1996), no debe sorprendernos la variedad terminológica empleada cuando se trata de definir una nueva “práctica educativa”, puesto que ya en 1934 “un autor americano registraba al menos 17 interpretaciones diferentes del método por proyectos” (Martí, 1934).
Resulta interesante volver la vista atrás y analizar alternativas educativas surgidas con el objetivo de superar la reproducción memorística de contenidos, que nos conducirán a entender el método por proyectos “no” como una metodología íntegramente innovadora, sino adaptada a nuestro tiempo y como herramienta eficaz para lograr aprendizajes plenamente significativos.
En este sentido, Wilkinson (1977) citado por Knoll (1997), sitúa el origen del método por proyectos en la enseñanza de la arquitectura del siglo XVI italiano, constituyéndose posteriormente en París como modelo consolidado en la formación de determinados estudios artísticos y técnicos (Knoll, 1991; Levine, 1982 y Pérouse de Montclos, 1984), volviendo a emerger en el siglo XVIII en la preparación de los estudios de ingeniería de distintas instituciones de América del Norte y Europa (Knoll, 1991 y Solberg, 1968).
A finales del siglo XIX surge, en Estados Unidos, la denominada educación progresista poniendo en evidencia el valor instrumental del pensamiento para resolver situaciones problemáticas reales. Esta corriente, fundamentada en las ideas de Dewey (1899 y 1916) y sus teorías del “aprender haciendo”, se concretarían posteriormente en el conocido “método de proyectos”, descrito y expuesto por William Heard Kilpatrick en 1918 (Cremin, 1961 y Knoll, 1993). Este método de carácter globalizador, apoyado en las ideas e intereses del alumnado, basado en situaciones reales y con un marcado sentido social se articula para su desarrollo en un plan de trabajo o proyecto concebido como una unidad compleja de experiencia intencional (Hosic y Chase, 1925).
Kilpatrick (1918), define su método como el modelo formativo que ofrece el desarrollo del individuo ante los problemas de la vida, enfrentándose con éxito ante los mismos. En esta metodología, el docente ayuda al alumnado a hacer distinciones, tomar consideraciones más elaboradas y desarrollar las actitudes sociales sobre las decisiones adoptadas, debiendo ser el único objetivo de la educación la plenitud de la vida a través del carácter desarrollado (Beineke, 1998; citado en Parejo y Pascual, 2014). En definitiva, siguiendo a Parra (2010), el proyecto es un plan de trabajo o conjunto de tareas voluntariamente emprendidas por un grupo de alumnos con el fin de resolver un problema de la vida real en el que están interesados.
Los proyectos, de acuerdo con Kilpatrick (1918), pueden ser abordados desde cuatro perspectivas:
Dicho método constaba, además, de cuatro grandes fases: dar propósito, planificar, ejecutar y juzgar (Figura 6). Dichas acciones, podrían ser traducidas por términos como: establecer las metas y objetivos del proyecto, elaborar un plan de trabajo identificando tareas y tiempos; poner en práctica y desarrollar dicho plan, evaluar resultados y establecer conclusiones (Moreira, 2005).
Como veremos a lo largo de la presente experiencia, muchas son las bondades que nos brinda el método por proyectos, ya que nos permite integrar la teoría y la práctica, potenciar las habilidades intelectuales superando la capacidad de memorización, promover la responsabilidad personal y de equipo, fomentar el pensamiento autocrítico y evaluativo; concibiendo además el aprendizaje colaborativo como un acto social en donde debe imperar el diálogo en la construcción del conocimiento y la reflexión para cuestionarse la realidad (García-Valcárcel, 2009).
Figura 6. Fases del método basado en proyectos (Kilpatrick, 1918) obtenido de Moreira (2005)
En consecuencia, y teniendo como referencia todo lo expuesto anteriormente, surge el proyecto “Redibujando a José Lucas”, pretendiendo introducir al alumnado en el mundo de las artes plásticas, sirviéndonos en este caso de un murciano ilustre, abanderado de la Región de Murcia y defensor a ultranza de la cultura murciana. Este se constituye, por tanto, como eje principal en torno al cual se articulan toda una amalgama de contenidos transversales (uso de las TIC, programas estadísticos como SPSS, hojas de cálculo…) acordes con las necesidades del proyecto que analizaremos con mayor detalle a continuación.
Tal y como hemos comentado anteriormente, una de la líneas de actuación del presente proyecto de innovación gira en torno a la necesidad de fomentar, desarrollar y consolidar las enseñanzas artísticas como fuente de enriquecimiento personal y social y como fuente inagotable de recursos que estimulan tanto la creatividad como la imaginación de nuestros escolares. En esta misma línea de declaraciones, el director general de la UNESCO (1999), pidió a todas las partes interesadas del ámbito de la educación artística y cultural que hicieran todo lo necesario para garantizar que la enseñanza artística y cultural ocupara un lugar especial en la educación de todos los niños y niñas, desde la guardería hasta el último año de la enseñanza secundaria (UNESCO, 1999). A este llamamiento le siguió una conferencia mundial celebrada en Lisboa que supuso la culminación de cinco años de colaboración internacional entre la UNESCO y sus socios en el ámbito de la educación artística.
La conferencia confirmó la necesidad de fundamentar la relevancia de la educación artística en todas las sociedades, e impulsó la publicación de The wow factor. Global research compendium of the impact of the arts in education (Bamford, 2006) y la Hoja de Ruta para la educación artística (UNESCO, 2006). Esta hoja de ruta pretendía servir de apoyo y de guía para fortalecer la educación artística, y en ella se afirma que la educación artística ayuda a hacer respetar el derecho humano a la educación y la participación cultural, a desarrollar las capacidades individuales, a mejorar la calidad de la educación y a promover la expresión de la diversidad cultural.
En Europa se han producido avances muy significativos, en 1995, el Consejo de Europa lanzó un ambicioso proyecto centrado en Cultura, Creatividad y los Jóvenes, que examinaba la oferta de educación artística en los centros educativos de los Estados miembros, así como la participación de artistas profesionales y la disponibilidad de actividades extracurriculares (NACCE, 1999).
En 2007, la Comisión Europea elaboró la Comunicación sobre una agenda europea para la cultura en un mundo en vías de globalización (Comisión Europea, 2007), el Consejo emitió una resolución sobre una Agenda Europea para la Cultura (Consejo de la Unión Europea, 2007). En ella se recomendaba fomentar “la educación artística y la participación activa en actividades culturales con objeto de desarrollar la creatividad y la innovación”. La Comisión reconoció la importancia de la cultura y la creatividad designando 2008 como el Año Europeo del Diálogo Intercultural, y 2009 como el Año Europeo de la Creatividad y la Innovación. En 2009, el Parlamento Europeo introduce la recomendación de incluir en todos los niveles educativos la educación artística, debiendo utilizar los recursos proporcionados por las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, la enseñanza de la historia del arte acompañada de encuentros con artistas y de visitas a lugares emblemáticos relacionados con la cultura.
A pesar de todo lo expuesto anteriormente, en España, “la situación de la educación artística en el sistema educativo es suficientemente conocida: pierde presencia día a día y la falta de apoyo desde las políticas educativas institucionales la amenaza con la desaparición o el paso a la completa irrelevancia curricular” (Palacios, 2016).
http://arteducationbox.blogspot.com.es/2016/06/dialogos-creativos-artistas.html
En palabras de María Acaso, profesora de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y promotora cultural, destaca en su libro “Art Thinking”, como“la experiencia artística incluye cuatro elementos que han de pasar desde las artes a la educación: el pensamiento divergente, crítico y creativo como alternativa a la supremacía del pensamiento lógico positivista que ahoga la escuela; el placer como elemento central (recordemos que la experiencia estética es un elemento clave de las artes); la celebración de la pedagogía como un proceso de generación de conocimiento, y no solo de transmisión, y, por último, el trabajo colaborativo y por proyectos. Estos cuatro factores clave están ausentes en los contextos educativos y el “art thinking” puede ser una forma de recuperarlos”.
http://www.nobbot.com/personas/entrevista-maria-acaso-art-thinking/
El presente proyecto de innovación ha aportado a nuestro alumnado un gran número de técnicas y recursos, que sin lugar a dudas, han contribuido a mejorar su rendimiento escolar, y por ende su proceso de aprendizaje. Siguiendo a García-Valcárcel (2009), el método de aprendizaje basado en proyecto permite, en primer lugar, integrar la teoría y la práctica, sobre todo en aquellas actividades de corte procedimental, como la realización de presentaciones multimedia, réplicas del artista invitado e incluso la realización de encuestas a familiares y amigos, que desarrollaremos con mayor detenimiento a lo largo del presente documento. Dicho procedimiento, permite además al alumnado potenciar las habilidades intelectuales superando la capacidad de memorización, encontrando sentido a todo cuanto ha experimentado a lo largo del proceso. El hecho de trabajar en equipo, y la búsqueda de objetivos comunes promueve la responsabilidad personal y de equipo, incentivando el esfuerzo para conseguir un resultado óptimo para todos los implicados en el proyecto. Finalmente, a nivel metodológico permite fomentar el pensamiento autocrítico y evaluativo, siempre orientado hacia la construcción o mejora, a través de las aportaciones de los compañeros y compañeras, e incluso, de las suyas propias.
Por otro lado, la integración de las TIC, permite en el alumnado desarrollar competencias, ampliando conocimientos y habilidades en un campo un tanto olvidado e incluso, en ocasiones, “denostado”, como son las Bellas Artes. Sin lugar a dudas, mejora sus habilidades de investigación, aplicando multitud de recursos digitales, que les permitirá ir más allá de lo convencional; el uso de hemerotecas digitales, Google Scholar, exploradores, hojas de cálculo, programas estadísticos…; mejorará esta faceta. Todo esto, permitirá incrementar las capacidades mentales de orden superior (análisis, síntesis, conceptualización, manejo de información, pensamiento crítico, investigación,…), además el hecho de participar en proyectos, facilitará al alumnado asumir responsabilidades tanto a nivel individual como colectivo, con el fin de alcanzar los objetivos propuestos.
Por último, no podemos olvidar, el potencial de las Bellas Artes. Para justificar la importancia del estudio de las diversas disciplinas artísticas en el entorno educativo para conseguir formar integralmente a nuestro alumnado, debemos citar obligatoriamente a la UNESCO (1999), que en su XXX Conferencia General atribuye, entre otras, las siguientes aportaciones (Morales, 2012):
Todos estos aspectos anteriormente analizados, deben ir unidos al impulso de las capacidades de imaginación y creatividad que las artes plásticas infunden en el alumnado, valorando además la función creadora de la imaginación como esencial tanto para los descubrimientos científicos como para el surgimiento de la obra de arte, permitiendo además el desarrollo de la capacidad creativa en nuestro alumnado entendida como sinónimo de pensamiento divergente, mente creativa, activa, inquieta y descubridora de nuevos problemas allí donde otros temen indagar (Rodari, 1973).
En este mismo sentido, Gardner (1982) considera que “las artes en general ayudan a los niños a organizar su experiencia de vida, a conocerse a sí mismos y a entender el mundo que les rodea. Al estar los sistemas simbólicos integrados a las artes, los niños experimentan con la manipulación y comprensión de los objetos, sonidos, moldes, formas, sombras, movimientos, estructuras, que tienen la cualidad de referirse a algo, ejemplificar o expresar algunos aspectos del mundo”.
En definitiva, el proyecto desarrollado, ha permitido integrar y mejorar todas las facetas comentadas anteriormente, mejorando sin lugar a dudas el rendimiento y el proceso de aprendizaje de los alumnos y alumnas participantes.