
Lo hemos dicho con anterioridad: “se nos olvida que el aire que nos rodea tiene una masa y ocupa un espacio”. Otra experiencia que intenta demostrar este hecho es intentar inflar, algo tan sencillo como es un globo, en el interior de una botella. ¿Lo intentamos? Os daréis cuenta de que no es tan fácil.

- Dos botellas de plástico de refresco.
- Globos.
- Mechero.
- Varilla metálica.



Lo primero que tenemos que hacer es proporcionar una vía de escape de aire a una de las botellas. Para ello, tomaremos una varilla metálica de pequeño diámetro y la calentaremos con un mechero. Sobre la base de la botella haremos tres agujeros (ver figura 26).
Lo siguiente es mero teatro con alumnado y profesorado: toma al alumno más fortachón del grupo. En nuestro caso siempre hemos tomado como “conejillo de Indias” a un/a maestro/a.
En presencia del contrincante, inserta un globo en el interior de la botella que no dispone de los agujeros en el fondo y se la ofreces para su revisión. Esa botella será suya. Por el contrario, tú tomarás la botella provista de escape, pondrás el globo y se la ofrecerás al contrincante para su comprobación. Las dos botellas, aparentemente, son iguales. Ahora ambos intentan llenar el globo.


La capacidad pulmonar humana no permite inflar un globo en el interior de la botella. La repuesta ya la hemos repetido anteriormente: el aire es materia, ocupa un espacio. Para introducir aire donde ya lo hay, debemos sacarlo de su interior (si tenemos presente la capacidad humana). Otra situación bien distinta es insuflando con una bomba a presión, como si fuéramos a llenar de aire los neumáticos de una bicicleta o un coche.
De ahí que, el globo de nuestro contrincante nunca podrá inflarlo en el interior de una botella, mientras nosotros, no tendremos problema. Al inflar nuestro globo, el aire que entra al mismo desplazará del interior de la botella su mismo volumen de espacio (figura 27 y 28).
