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06/11/2006

verónicas muestra los frutos de una década de alfonso albacete

El director general de Cultura, José Miguel Noguera, presentó ayer en la Iglesia de Verónicas una exposición que recoge una selección de las series realizadas en los últimos años por el pintor murciano Alfonso Albacete. Un monumental mural de espejo serigrafiado a través del que relee su trabajo de la última década. La muestra, que podrá ser visitada hasta el 10 de diciembre, está comisariada por Isabel Tejeda y en el catálogo se recogen textos de Mariano Navarro y Armando Montesinos.

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El director general de Cultura, José Miguel Noguera, presentó ayer en la Iglesia de Verónicas una exposición que recoge una selección de las series realizadas en los últimos años por el pintor murciano Alfonso Albacete. Un monumental mural de espejo serigrafiado a través del que relee su trabajo de la última década. La muestra, que podrá ser visitada hasta el 10 de diciembre, está comisariada por Isabel Tejeda y en el catálogo se recogen textos de Mariano Navarro y Armando Montesinos.

La exposición Verónicas muestra por primera vez un nuevo proyecto de carácter instalativo realizada para este espacio de Verónicas. A diferencia de las exposiciones retrospectivas convencionales, sin embargo, esta muestra no constituye un montaje de cuadros acabados que exhiben sus logros, sino que el artista los ha reunido y reactivado en diálogo con el espacio.

Obras pertenecientes a las series Pinturas básicas, Cueva negra, La casa, Pinturas de Guerra, Isaac, Gimnopedias, Mar de la China y Bosquejos van ocupando lugares específicos en el espacio de la antigua iglesia. En todas ellas, Albacete especula en torno a lo que se ve y lo que no se ve, lo que se transforma, lo que se deforma... o sobre temas que han constituido argumentos repetidos a lo largo de su obra: interior y exterior, arte y naturaleza, paisaje y memoria.

Paralelamente, una espina dorsal truncada en forma de muro corrido divide la nave central. Hacia el lado de la calle, este muro presenta pinturas serigrafiadas sobre espejos de metacrilato. En ellas, Albacete recupera las celosías de tramas geométricas que había empleado con anterioridad, y los espejos devuelven la imagen de la arquitectura deformada al tiempo que reflejan las pinturas colgadas en otros muros de la sala. En el ábside, un tabique de seis metros de altura, también espejado, hace las veces de retablo y de eco del espacio arquitectónico.

Preocupación

Como explica el crítico Mariano Navarro en su texto para el catálogo de la muestra, «la idea o concepción de la dualidad, del doble como argumento, ni es nuevo en el pensamiento y la obra de Alfonso Albacete, ni es un recurso puramente formal. Como no lo es, tampoco, ni lo ha sido en su ya larga trayectoria su preocupación por la luz y sus efectos visuales, por las aguas y las sombras, por todo cuanto de algún modo conmueve».
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