Hoy es jornada de Fiesta, pero también de reflexión. El Día de España es un buen momento para que todos los españoles en su conjunto, pero especialmente los responsables institucionales y de los poderes públicos, nos detengamos a analizar la actual deriva de esta gran Nación. Un Estado construido, a lo largo de la historia, con el esfuerzo y el sacrificio de todos sus hombres y mujeres, que ahora andan ciertamente desorientados, en medio de una crisis identitaria, sin saber muy bien hacia dónde va España.
Hoy, en pleno siglo XXI, ante el reto de la globalización, que nos obliga a cooperar en pro del progreso común, no es de recibo que España se mantenga en la encrucijada territorial en la que se encuentra. Inmersa no sólo en una contienda jurisdiccional estéril, sino en una crisis política e institucional, que no nos lleva a ningún sitio y que, lejos de fortalecer a España como Nación, la empobrece y la hace languidecer en el contexto mundial.
Reflexionemos sobre lo que está sucediendo, sobre por qué hemos llegado a esta situación, en qué nos hemos equivocado y, lo más importante, qué podemos hacer para solucionarlo.
España no es un ente abstracto, España son personas, con nombre y apellido, con esperanzas, con proyectos, con ganas de vivir, emprendedoras, comprometidas, generosas y solidarias, que desean desarrollarse en igualdad, y cuyos anhelos y sentimiento de españolidad trasciende las líneas dibujadas en los mapas.
Por eso, no tiene sentido que hoy, cuando el contexto internacional nos obliga a estar más unidos y ser más fuertes que nunca, sigamos desperdiciando nuestro tiempo -el mismo que corre en contra de la salida de la crisis- en desgarrar a jirones el Estado y en apartarnos de la senda constitucional, la única vía posible, hoy como ayer, para reconducir la situación.
Las argumentaciones a las que acuden quienes se han postulado adalides de los nacionalismos para justificar su voraz ansia de poder no les valen a los españoles. Lo que sí comprenden los ciudadanos es que España ha pasado de ser un Estado de conquistas a un Estado asediado. Hemos transitado de una nación y cultura expansiva a una nación en descomposición, y lamentablemente en este viaje mucho ha pesado la indefinición y los vaivenes del actual Gobierno.
Con el esfuerzo de todos, con sacrificio, con renuncias a favor de la solidaridad, fuimos capaces de conquistar la igualdad, la libertad de expresión, una sanidad y una educación universales, un sistema tributario justo, unas pensiones dignas, la armonización y vertebración territorial, un buen sistema de protección social, entre otros logros y valores. Fuimos capaces de construir la España de las oportunidades, que nos convirtió en un ejemplo de desarrollo ante el mundo.
Sin embargo, ahora nos encontramos ante una España asediada por una desoladora crisis institucional y política, que ha generado un gran desconcierto social entre los ciudadanos, cuando lo que debería estar produciéndose es todo lo contrario, una reafirmación de nuestras instituciones, para tranquilidad de los españoles y como garantes de nuestra fortaleza como Nación.
España, los españoles, no merecemos esto. Hace 518 años, el 12 de octubre de 1492, un visionario, Cristóbal Colón, se mantuvo firme en su cruzada de abrir España al mundo, buscando nuevas rutas. Hoy, salvando las distancias históricas, tenemos que recuperar nuestro espíritu conquistador y abrir otros caminos que nos permitan despertar, con éxito, de este surrealista sueño de enfrentamientos territoriales que ha puesto en liquidación el poder del Estado y, con él, las posibilidades de nuestro desarrollo individual y colectivo.
Ramón Luis Valcárcel Siso Presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia