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Por qué queremos a Europa (08/05/2010)
Este año celebramos el Día de Europa bajo el lema “I love Europa”. Esta archifamosa fórmula de sustituir el término inglés ‘amar’ por un corazón se creó hace más de tres décadas para una campaña publicitaria que tenía como objetivo buscar la identificación de los neoyorquinos con el Estado de Nueva York, que atravesaba una grave crisis económica y financiera.
Aunque el éxito de este logo ha derivado en múltiples aplicaciones a lo largo de sus casi 40 años de vida, podríamos deducir, por su origen, que no es casual el hecho de que la Unión Europea seleccionara esta simbología para buscar el leitmotiv del Día de Europa 2010.
Europa atraviesa una gran crisis económica y financiera, y ahora, más que nunca, es necesario que todos, ciudadanos, instituciones, administraciones públicas y organizaciones europeas seamos capaces de apostar por este gran proyecto común y, entre todos, busquemos el camino de retorno a la senda del progreso y el bienestar de todos los que participamos de esta patria común europea.
La conmemoración del Día de Europa tiene que hacernos reflexionar acerca de lo que está sucediendo y sobre el obligado compromiso personal y colectivo que los más de 500 millones de europeos debemos adoptar ante esta difícil situación.
La actual crisis económica y la construcción de una nueva Europa, a través de la Agenda 2020, que apueste por la eficiencia y la sostenibilidad de los recursos, son, a corto y medio plazo, los principales desafíos a los que nos enfrentamos los europeos y las instituciones que nos representan a todos.
La creciente identificación de los ciudadanos del Viejo Continente con la Unión Europea nos ayudará a dar un nuevo enfoque al tradicional concepto de la Unión de Naciones para avanzar hacia la unión de personas, de ciudadanos, conforme al Tratado de Lisboa.
Un ente supranacional que aspira a ser plataforma para el desarrollo y promoción de sus ciudadanos tiene que ser capaz de superar con éxito las barreras, los lastres, como la crisis, que impiden el desarrollo personal de los individuos. Ése es el reto y, a la vez, el compromiso al que tenemos que aferrarnos con fuerza, con el impulso que genera la sinergia de nuestros esfuerzos coordinados para lograr el bien común.
“Yo quiero a Europa” (I love Europe) es el lema que, este 9 de mayo, nos une a todos en la conmemoración del Día de Europa. Además, este 2010 celebramos el Año Europeo de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. También por este motivo, ahora debemos, más que nunca, querer a Europa, y, entre todos, ser capaces de dar una respuesta, nuevas oportunidades, a quienes son marginados social, política o económicamente.
En las sociedades desarrolladas, en nuestro trabajo permanente de salvaguardar la paz, la democracia y la libertad no caben las debilidades. Con el mismo sentido de la responsabilidad y compromiso demostrado con países hermanos, como Grecia, para sacarla del ostracismo económico y financiero en el que se encuentra, también tenemos que unificar criterios para colaborar con quienes, en cualquier país, región o municipio, protagonizan situaciones de verdadero drama social.
Los marginados y excluidos se han de sentir queridos por y en Europa. Deben percibir nítidamente que son parte del espíritu europeo que nos impulsa a diario con determinación en la búsqueda de un horizonte de fortalezas sociales y económicas; que nos define y diferencia ante el resto del mundo.
Desde la Región de Murcia, de la misma forma que cumplimos con los principios inspiradores de la UE y con los preceptos legales que, en forma de Directivas y Reglamentos, configuran el corpus jurídico garante de la igualdad entre todos los europeos, también apostamos por la integración para que todos disfrutemos de las mismas oportunidades que el resto de ciudadanos.
La acogida de personas llegadas desde todas las partes del mundo, los programas para ayudar a buscar trabajo a quienes lo perdieron por la crisis, y las acciones para dinamizar la economía en estos momentos de dificultad, son evidencias de que la Región de Murcia quiere a Europa, como también Europa quiere a nuestra Región, a quien pone como ejemplo en numerosas ocasiones de todo lo que se puede lograr con el apoyo de nuestros iguales.
Queremos a Europa por su grandeza, por su amplitud de miras, por su capacidad integradora, por su defensa del medio natural, por su diversidad, por su pluralidad, por su contenido social, por su potencial económico, su riqueza cultural, y también por su dimensión política.
Europa, tal y como refleja el cartel de este 9 de mayo, es un cóctel. Un cóctel de virtudes y valores, de generosidad y bondades, que hemos de compartir en esa imaginaria copa en forma de esperanza y compromiso por hacer realidad entre todos un próspero futuro de paz, igualdad, concordia y libertad.
Ramón Luis Valcárcel Siso
Presidente de la Región de Murcia y vicepresidente primero del Comité de la Regiones de la Unión Europea