Miel
La miel cruda es aquella que no ha sido sometida a ningún proceso de transformación desde que se recolecta del panal hasta que se envasa para su consumo, y que no ha pasado por el proceso de pasteurización.
Este tipo de miel se obtiene de procesos naturales procedentes de la apicultura tradicional, respetuosos con las abejas y su entorno, pasando por un cuidado proceso de extracción y decantación.
Momento óptimo de la miel
Cuando está finalizando la floración, esperamos el momento óptimo de la miel, que se conoce bajo dos criterios:
- Visual: Cuando vemos que los cuadros están operculados, es decir, que la mayor parte del mismo tiene las celdillas con el sello de cera puesto por las abejas. Explicado de un modo coloquial, los hexágonos del cuadro están tapados con cera. En este proceso de operculado, la abeja nos dice que la miel está óptima para su consumo instantáneo o para un consumo futuro.
- Técnico: Usando un fotómetro para ver los grados brix (azúcares) y humedad; y un conductímetro para ver la conductividad, que es la capacidad de la miel de conducir la electricidad.
Para obtener la miel cruda, se pone una especial atención y cuidado a la hora de situar las colmenas en parajes naturales, alejados de núcleos urbanos y rurales, con el fin de evitar la presencia de pesticidas u otros agentes químicos.
Antes de envasar la miel, los apicultores la extraen mediante el proceso artesanal de centrifugación, obteniendo como resultado una miel cruda pero sin la mayoría de las impurezas presentes en el panal.
Algunos de los beneficios de este tipo de miel son la presencia de flavonoides que previenen y combaten ciertas enfermedades, la presencia de propóleo y polen de abeja con sus respectivos beneficios naturales. Además, ayuda a combatir alergias, diabetes o cicatrización de heridas.
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