La participación en igualdad de las mujeres en el trabajo se ha convertido en una pieza clave para la realización efectiva de este principio consagrado en nuestro texto constitucional y basamento de los pilares de la justicia social en el ámbito laboral en cualquier sociedad democrática avanzada.
Sin embargo, la desigualdad y la discriminación por razón de género en el ámbito laboral se encuentra presente en todos los países europeos y con independencia del nivel económico, de la especialización del trabajo desarrollado, de la legislación antidiscriminatoria o de la cultura del país.
Entre las causas de la brecha salarial, se encuentran la segregación laboral (que margina a las mujeres en actividades con escasa valoración social o con modalidades contractuales precarias).
A pesar de que las mujeres representan un 60% de las personas con título universitario, tienden a predominar en sectores peor remunerados, mientras que los hombres son mayoría en aquellos con salarios más elevados, como las ingenierías y profesiones científicas o técnicas.
Asimismo, con respecto a contratos de duración determinada o por tiempo indefinido, la brecha salarial es de un 12,61% en los primeros, mientras que se alcanza un 24,47% de diferencia en los segundos, lo que implica que las mujeres con un contrato indefinido, dejan de percibir al año casi 7.000 euros con respecto a un hombre que realice un trabajo de igual valor.
También asistimos al llamado “techo de cristal” (que dificulta el ascenso de la mujer y desenvolvimiento adecuado) debido posiblemente a la asunción en mayor medida de la responsabilidad en las tareas familiares.
En relación con la conciliación, debe tenerse en cuenta que en la mayoría de los casos son las mujeres quienes se encargan del cuidado de menores y familiares, soportando el peso del trabajo del hogar no remunerado y, por tanto, realizando menos horas de trabajo remunerado. Por ello, suelen desempeñar trabajos a tiempo parcial, con menos probabilidades de resultar designadas para puestos de responsabilidad.
El plan de acción contra la Brecha Salarial incluye ocho líneas de acción principales y un conjunto de actividades dirigidas a la consecución de los objetivos marcados. Son líneas de acción:
Mejorar la aplicación del principio de igualdad de retribución.
Combatir la segregación profesional y sectorial.
Romper el techo de cristal: iniciativas para combatir la segregación vertical.
Abordar la penalización por cuidados.
Dar mayor importancia a las capacidades, esfuerzos y responsabilidades de las mujeres.
Visibilizar: sacar a la luz las desigualdades y los estereotipos.
Alertar e informar sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Mejorar las asociaciones para corregir la brecha salarial entre hombres y mujeres”.
La Estrategia de la Región de Murcia articula las medidas de intervención dando respuesta a estas 8 líneas principales en torno a tres apartados: propuestas generales, propuestas a adoptar en empresas y propuestas a desarrollar en la Administración Pública. Respecto de algunas de ellas se proponen actuaciones concretas a desarrollar desde el Gobierno Regional; sin embargo en otras, por ser de competencia estatal, la administración autonómica adopta el compromiso de instar al Gobierno de la Nación su inmediata adopción.