Son uno de los elementos más antiguos y forman parte de la danza oriental. Su función principal es acompañar rítmicamente a la bailarina y, en muchos casos, se puede bailar solo a su ritmo sin necesidad de música. Por eso, es necesaria cierta habilidad musical y, sobre todo, muchísima coordinación.
Son parecidos a las castañuelas que se usan en el flamenco y son de los elementos más complejos de aprender.
Nosotros usaremos los crótalos en la escuela como instrumento de pequeña percusión, para acompañar nuestros sencillos ritmos y, como curiosidad, veremos su uso como instrumento acompañante interpretado por la propia bailarina.
Se usan en total cuatro, dos para cada mano; y se colocan en el dedo pulgar y corazón. Los ritmos que se pueden hacer son muchos y dependen de la música, pero normalmente todos están formados por ocho tiempos acordes a los ritmos árabes. También podemos encontrarlos de diferentes calidades y sonidos. Los crótalos que normalmente tenemos en la escuela no son los más adecuados si queremos conseguir una práctica de calidad, pues están pensados para utilizarlos como instrumentos Orff. Los crótalos árabes, los que tienen calidad, suelen tener dos orificios sobre ellos, en vez de uno solo, por el que pasa el elástico. El motivo es muy simple: al tener dos agujeros, el elástico se sujeta mejor y hace que el instrumento no se mueva tanto al hacerlo sonar.
Estos pequeños, pero importantes instrumentos, han recibido muchos nombres a medida que se han hecho populares. En el Medio Oriente les llaman sagats/zaghats en árabe, y zills en turco. En Argentina les llaman chinchines. En inglés se les llama finger cymbals. Es necesario que pensemos en los crótalos como instrumentos de percusión; por eso debemos tener en cuenta que su interpretación debe acompañar y complementar a la orquesta o al percusionista.
Existen vídeos del siglo pasado de bailarinas egipcias y libanesas bailando con crótalos, como Naima Akef, y otras bailarinas en famosas películas de la época dorada de la danza oriental. Era un instrumento muy bien ejecutado por las gawazees para entretener a los transeúntes en las plazas públicas. También se interpreta en la mayoría de piezas folclóricas libanesas y egipcias.
Para comenzar a practicar con los crótalos es recomendable comenzar con unos de pequeño tamaño, pues son más fáciles de manejar y su sonido es más dulce. Utilizaremos los grandes al obtener un poco de experiencia, porque dan la sensación de que pesan y molestan, y su sonido puede ser un poco desagradable al principio. El mejor elástico no es redondo sino liso, pues ayuda a que se sujeten mejor al dedo. También es recomendable usar unos crótalos de doble agujero, pues los escolares suelen ser más inestables e imprecisos, por lo que son más difíciles de tocar.
Primero debemos aprender que los crótalos, aunque limitados, pueden reproducir una variedad de sonidos. Por lo general, las bailarinas solo emplean uno de ellos, que es el de rebote. Consiste en golpear ambos crótalos con los dedos anular y pulgar en un movimiento rápido. El sonido debe ser limpio y preciso, aunque después del golpe se siga escuchando la vibración. Existe un sonido menos vibrante, más grave, mucho más preciso y corto que el anterior, que se produce al tapar el crótalo con el resto de los dedos de las manos.
Las campanitas, por otro lado, son un sonido muy característico producido por un rápido temblor de las manos, como si tiritasen, produciendo una serie de choques rápidos entre los crótalos. Una variación consiste en golpear solo los lados de cada crótalo, para reproducir un sonido más fino. Este movimiento es más preciso y requiere más práctica. Los ritmos con los crótalos son los mismos que con el darbouka.
Como se ha comentado antes, los crótalos se deben colocar en el dedo pulgar y mediano de cada mano, justo sobre la primera articulación del dedo. Es muy importante que no resbalen para tocarlos bien y para evitar que se caigan, pero debemos evitar que el elástico apriete demasiado.
Un pequeño truco para practicar, sin molestar a nadie con su sonido, es envolver cada crótalo con un calcetín de bebé, y de este modo se apaga el sonido. Para no atenuar el sonido, por el contrario, hay que colocar los córtalos superpuestos, pero no uno encima del otro, sino un poco desplazados.
Vamos a ver algunos ejercicios básicos con los que podemos trabajar en el aula. Existen cinco toques básicos. Para su trabajo usaremos la siguiente nomenclatura:
D = Derecha, I = Izquierda, Z = Silencio de negra.
Existen dos posibilidades:
• Lento, marcado a tiempo de negras:
• Rápido, con semicorcheas:
Consiste en ir golpeando un crótalo cada vez, primero con la mano derecha y luego con la izquierda y así sucesivamente. Este movimiento es muy fácil y se consigue un buen efecto con poco tiempo de práctica. Dependiendo del nivel de nuestros alumnos, serán capaces de realizar un acompañamiento con este ritmo. Podemos comenzar a probar desde el primer momento, pero es a partir de tercer curso de Primaria cuando pueden conseguir un mejor resultado.
• Lento:
• Rápido:
Este movimiento también recibe el nombre de triples. Consiste en alternar los golpes comenzando con la mano derecha (toque doble), seguida de la izquierda (toque único) y volviendo a empezar con la derecha. Para que nuestros alumnos lo practiquen, debemos marcárselo muy despacio, como mucho a un tiempo de negra por cada golpe.
Podemos facilitarles el ritmo cambiando en el segundo y cuarto tiempo de cada compás la corchea y su silencio posterior por una negra y alternando las manos.
Nosotros podemos practicar y golpear tres veces por tiempo musical; es decir, en cada tiempo de negra de un compás cuaternario entrarían los tres toques seguidos, como sucede en el maksum, el malfuf, el baladi, el saiidi…
Según la mayoría de los profesionales de danza oriental, este es el ritmo más importante que hay que saber para tocar con los crótalos. Lo primero que debemos hacer es conocer el ritmo y, a continuación, introducir un golpe en cada uno de los toques básicos del ritmo.
La siguiente variación es la más sencilla y se puede interpretar tanto con los crótalos como con el darbouka:
Es el más sencillo de todos. Únicamente debemos mantener los crótalos unidos y agitarlos balanceando las manos tratando de producir un temblor. Consiste en una sacudida rápida de ambas manos. Se produce una vibración con un sonido muy característico.
Existen muchos otros ritmos árabes susceptibles de ser interpretados con los crótalos, pero por su dificultad no los consideramos adecuados para el ámbito escolar. Un par de ejemplos son:
•“Maksaum caminado” (“Walking” Maksaum)
• Masmoudi