Entro en una casa

Autores: Andrés Galián, Sara López, Silvia Pérez-Guirao, Paula Périz, Érika Villar, José Antonio Villegas,
Cocha Esteve Franco y Luis Ahumada Zuaza

PERSONAJES:

Sara

Andrés

Silvia

Paula

Érika

OBJETOS SIGNIFICANTES

Lavadora: corazón

Sofá: cabeza

Váteres: aparato digestivo

Cojines: sexo

Lámpara: vida

Carro con televisión: ojos

(Caja gigantesca en el escenario. Suenan los latidos de un feto dentro de un vientre materno. La parte delantera y los lados caen y aparece Sara, una embarazada, sosteniendo un candil. Se mueve por la escena y comprobamos que no está sola ya que con su luz alumbra uno a uno a los personajes que están visiblemente en escena, los cuales, a la llegada de la luz, comienzan a realizar las siguientes acciones: Andrés sube y baja unas escaleras, Silvia friega el suelo, Paula abre cajas de cartón24 mientras suena el siguiente texto en off)

Entro en una casa, llamo primero. Me abren la puerta después de saber quién es. Beso la lámpara, me miro en el espejo, miro la hora. (Un suspiro). Escucho una voz que canta, asoma el amanecer. Aparece un hombre que baila, un cristal se rompe y empieza a llover. Los zapatos cortando el césped y el humo que echa a correr. Hay un hilo de música que no cesa. La música es blanda y blanca. La música va convirtiéndose en amarillo. De pronto veo cómo salen unas uñas de la boca del pestillo. Una ciudad se viste de color rojo.

Miro hacia la puerta, corro hacia ella, golpeo mi cabeza. La lámpara sigue ahí sentada, observa el salón, se mea encima. Entra una figura con pelo rizado. Dice que se llama silencio. Alza una mano, comienza a hablar. Sigue girando.

Se escucha el sonido de mi parto.

Aparecen muñecos de caras pintadas y cuerpos de algodón. Asoman por el suelo, me observan y gesticulan en silencio. (Sara saca ropa de su entrepierna y la mete dentro de una lavadora) Me cuelgan del techo boca abajo. Entra alguien por la puerta, pego patadas a unas cajas. Una caja llora y comienza a vomitar. (Sara cierra la puerta de la lavadora) El reloj pasa las horas sin cesar, miles de horas vuelven. (Simultáneamente Sara y una anciana, Érika, se levantan; descubriendo que esta última se encontraba detrás de la lavadora. Érika deja caer la última parte de la caja que queda en pie. Las dos se alejan) Llega la gente, los muebles se destruyen y comienza la luz.

(Andrés, Paula, Sara y Silvia comienzan a mover un jardín/plataforma alrededor de la caja. Los latidos se convierten progresivamente en Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, adaptada por Max Richter, mientras todos empiezan a subir a la plataforma como si de un parto se tratara)

Infancia

(Tras descubrir por primera vez la lavadora se acercan a ella y laten juntos. Cada uno va a descubrir los diferentes objetos de la casa y los introduce en el espacio que ocupa la caja: Paula se dirige hacia el sofá y posteriormente a la lámpara; Silvia va hacia el carro; Andrés y Sara van hacia los váteres, y esta última también hacia los cojines. Silvia acompaña a Sara en su juego con los cojines, hasta que Andrés se pronuncia)

Andrés.- (Desde el sofá) ¡No! (Paula se acerca a los cojines)

Sara.- ¿No?

Paula.- No.

Andrés.- No.

Paula.- ¿Pero no popemos fagar a la catona?

Silvia.- Siiii la catona nplo da mtega.

Andrés.- Ga pero la catona no se pope gabar.

Silvia.- Ga pero da mtega jejeje.

Sara.- (agarrando un cojín) ¡No! (Pausa) ¿falemo una salema de catonas?

Todos.- (Poco a poco) Sí, sí, siiii.

Sara.- Chamo ¡A la de fu, a la de co, y a la de chevé! (Sale Sara haciendo la carrera sola hasta que los tres deciden seguirla) ¡Y amata la atrás! (Llegan todos al punto inicial)

Andrés.- ¡No!?

Paula: ¿No? Ay no no. (Andrés y Paula ponen los cojines uno encima del otro creando una montaña. Silvia le da patadas al montón mientras los otros le regañan) ?

Silvia.- ¿No catona? Pues to me chama. (Se fija en Paula) Tene cualco ahí (Señala los pechos de Paula)

Paula: ¿Qué ef eto? (Paula se asombra del descubrimiento; Silvia y Sara se acercan a ella y descubren también sus propios pechos)

Sara: (Mira a Andrés) ¿None ta tu nanona? (Todas lo miran y él se aleja hacia el sofá, incómodo)

Andrés.- Eh, el tote no fa así. Chamo a fingar el tote.

(Andrés, Silvia y Paula le dan la vuelta al sofá, mientras Sara se queda con los cojines. Todos se asombran del descubrimiento)

Sara: El tote tene crag (Se acerca a ellos)

Paula: ¿Calés que será fo?

Sara: Solo ha fu forma de chastarlo. (Coge a Paula y la empuja hacia el sofá) ¡Al tote!

Todos: ¡Al tote! ¡Al tote! ¡Al tote! (Meten a Paula dentro del sofá)

Paula: ¡Nooo al tote no pa fava! (habla bien) Por favor dejadme salir, se lo voy a decir a mamá. ¡Dejadme salir! ¡Tengo miedo!

Silvia: ¿La vuvimos chamar?

Andrés: Bono, pero nos jalafamos (La dejan salir y se esconden)

Paula: Nana, ¿par qui me falas esto? ¿None tais? (Andrés, Silvia y Sara se esconden y huyen de Paula, así que ella se va al sofá)

Paula: (Se mete dentro del sofá y habla normal) ¡Hola!

Silvia: (Se acerca a la lavadora) ¿A le doy al motón de la lavatota y la saplo?

Andrés: No ¿Cómo vas a le dar al motón?

Paula: (Mete la cabeza) Pues tampoco se está tan mal. Si supieseis lo que hay aquí dentro (Silvia le da al botón, lo que hace que todos menos Paula y Érika sientan dolor)

Paula: Oye, ¿por qué no venís a jugar? (Silvia, Andrés y Sara siguen sintiendo dolor, cada vez más asfixiante.)

Paula: Fichos, el sofá no fasí. (Al ver lo que ocurre va hacia la lavadora, la enciende, comprueba que todos están bien y va hacia la lámpara. Sara y Andrés se acercan a la lavadora, mientras Silvia va al retrete) La lámpara me mira continta. (Encendiendo la lámpara, teniendo un momento de complicidad con ella)

Silvia: ¿A qué ta dicho?

Paula: (Asertiva de repente) Ada, solo miraba.

(Sara se acerca a la tele y la observa. Erika, desde la plataforma, realiza movimientos cotidianos de estar cuidando el jardín. Sara comienza a repetirlos de manera ritualizada).

Silvia: Ah. Pes yo.

Paula: Aye vi la mamá facer un bebe.

Silvia: Mmm, ¡qué beno!

Paula: E muy fácil. Yo ya sé.

Silvia: ¿Y cómo fes?

Sara: Pes no por mucho camaneca, madrugas.

Paula: Epera. (Comienza una partitura de sonidos: Silvia se ríe de forma desagradable y escandalosa; Paula varía entre el sonido de masticar algo muy fuerte y defecar; Andrés comienza a meter una puerta haciendo ruido contra el suelo; Sara está simplemente mirando el carrito con la televisión. La partitura se detiene cuando suena de nuevo la música. Sara se levanta y se arregla el vestido lentamente, corre hacia la puerta para cerrarla. Paula y Silvia observan su acción. Una vez cerrada la puerta, continúan el diálogo siendo conscientes de que hay una puerta)

Silvia: Ese pensamento mace mucha gracia. (Pausa) ¿Gusta música?

Paula: A que ponen en la radio. Y a que canta mi fecina.

Silvia: ¿Tu fecina es chantante? ¡Qué juay!

Paula: Sí, a principio no gustaba poque hacía bucho ruido, peo mi padre me dijo que era su folma de cantal.

Silvia: ¿Y ca canta?

Paula: Pes cosas raras. A peces parece que chilla peo mi madre me eplicó que era (de forma extrañada) poque llegaba a notas muy altas.

Silvia: ¿Eso ques? ?

Paula: No lo ché. Peo a mí me pareció que chillaba. (Pausa)

(Andrés lleva el carrito a los retretes, por lo que Silvia y Paula se apartan del foco de la televisión, y esta última se va al sofá)

Paula: El sofá no fasí

(Silvia, Andrés y Sara se acercan a Paula. Conforme avanza la escena van modificando la posición del sofá y la colocación del cojín)

Sara: E vedá, no fasí.

Andrés: No, no efasí, así.

Paula: No, no sasí

Silvia: ¿No? No, no es eso, efeso.

Andrés: No, es así

(Silvia, Paula, Andrés y Sara mueven el cojín de un lado a otro intentando encontrar donde va, y finalmente se cae de forma accidental al suelo. Miran donde ha caído el cojín lentamente y se asoman al vacío. Poco a poco van levantando la cabeza hasta darse cuenta que hay un público que los observa. Cada uno reacciona de una manera diferente.)

Adolescencia

Andrés.- ¿Soy yo quien tiene derecho a obrar de tal manera que la humanidad se ajuste a mis actos? (Silvia, Sara y Paula le observan pensativas, como si acabasen de comprender algo)

(Erika atraviesa el escenario hasta llegar a la puerta y meterse por ella. Sara, Silvia, Paula y Andrés miran lentamente hacia el centro del escenario. Erika finalmente vuelve a aparecer entrando por la puerta con una cabina de teléfono en las manos)

Erika.- ¡Pero qué hacéis sin los zapatos! (Deja el teléfono encima del carrito de la TV) ¡Va a venir y no los tenéis puestos aún!

Sara.- Es que estamos solos. (Andrés se levanta y se sienta en un váter) Se han ido las escusas. (Sigue a Andrés)

Erika. ¡No vayaIs a pensar que no hay órdenes! (Ordena unos libros del lateral del sofá) ¡Llegará y no tenéis criterio puesto! (Paula se baja del sofá y coge un libro con la intención de dárselo a Andrés. Sara se va a los cojines.)

Silvia.- Pero. ¿sabéis qué vais a hacer? (Mientras saca de debajo del sofá unos zapatos y se los pone)

Paula.- Si

Andrés.- No (le quita el libro a Paula y se lo lleva a Silvia al sofá. Paula enciende la lámpara y se va a la lavadora.)

Sara.- ¡Qué desamparo! (Se tira encima de los cojines. Se pone los zapatos)

Andrés.- Dímelo tú

Silvia.- ¿Quieres que lleguemos a un acuerdo? (Deja el libro y se levanta del sofá para cogerle el teléfono a Erika. Lo deja en el carrito y vuelve al sofá con el libro)

Paula.- ¿Yo? Lo que digas tú

Andrés.- Pues no me parece bien (Se sienta en un váter. Saca de dentro unos zapatos y se los pone)

Paula.- También estoy de acuerdo (Se va a los cojines y hace una montaña con ellos mientras Sara se va a apagar la lámpara)

Erika.- ¡Todavía no habéis ordenado esto! (Mientras vuelve a coger el teléfono en el carrito)

Andrés.- ¿Es que tú sabes el orden?

Erika.- ¡Claro!

Paula.- ¡Claro! (Mientras va hacia el sofá)

Sara.- Claro. (Se tira encima de los cojines)

(Todo movimiento se sostiene/hold)

Silvia.- ¿Sabes qué hacer? (Vuelve el movimiento. Paula le coge el libro y se lo lleva a Andrés)

Andrés.- Por supuesto.que no. (Le quita el libro de las manos)

Sara.- ¡Ay! ¡Qué angustia! (Se tira encima de los cojines)

Paula.- (Enciende la lámpara mientras mira al público) Si represento una comedia durante mucho rato al final me la creo.

Erika.- ¡Qué irresponsable! ¿Qué vas, a elegir?

Paula.- No, (coge unos zapatos de dentro de un váter) ¡a crear! (Los deja detrás de la lavadora y hace una montaña de cojines. Andrés se sienta en un váter. Sara se dirige a apagar, nuevamente, la lámpara)

Sara.- ¿Y yo? Me he acostumbrado a ser aceptado por caridad, así que no sé por dónde empezar. (Se tira encima de los cojines)

Silvia.- Pues parece que sólo te queda seguir signos. vamos. ¡señales! (Paula le quita el libro y se lo lleva a Andrés)

Sara.- ¡Qué desesperación! Descifrar me da un desamparo.

Erika.- ¿Entonces tú ya sabes qué hacer?

Silvia.- Pues voy a leer. cosas. (Andrés le quita el libro a Paula y se lo lleva a Silvia. Paula enciende la luz y se dirige a la lavadora a ponerse los zapatos)

Andrés.- ¿Para qué?

Silvia.- A ver si encuentro algo mientras espero.?

Sara.- (Mientras se tira en los cojines) ¡Nooooo! ¡Es imposible! ¿Para qué obrar? ¿De qué sirven las obras?

Erika.- Oye mira, ¡cuando llame nos lo dirá!

Paula.- Pues. Yo creo que ha muerto.?

(silencio)

Sara.- ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! No me digas esooooooo (Hace signos como rituales, Érika le sigue y la corrige)

Silvia.- ¡Qué absurdos! No entendeis los manuales.

Andrés.- ¡Y entonces, qué! Todo es gratuito. No hay orden. (Paula se dirige a la lámpara)

Erika.- Pues ¿no ves cómo está todo? ¡Manga por hombro! ¡Esto es un caos!

Paula.- Si lo hacemos juntos, me da, que lo mismo, podremos definir algo.

¡Vamos! ¡Hasta tomaremos certezas!

Silvia.- Pero luego no me las cuestionéis. (Todos empiezan a cambiar muebles de sitio: Andrés se lleva los váteres al fondo. Sara ordena los cojines por colores y se los va llevando al fondo izquierda, arrastrándose por el suelo. Silvia se lleva el carrito a la derecha. Paula se lleva la lámpara al centro. Erika se mueve buscando cobertura)

Andrés.- (Señalando hacia Sara, descubriéndose que los cojines están separados por color) Pero si lo primero que hace es separar por color.

Silvia.- ¡Clasista colorista!

Sara. ¡Yo ya no puedo! ¡Qué pesambre!

Andrés.- (Desde detrás del sofá) A todo esto. ¿Nos conocemos??

Silvia.- ¡Ah! Hola, ¿Qué tal? (Dirigiéndose al sofá)

Paula.- Hola, ¿Qué tal?

Andrés.- Hola, ¿Qué tal? ¿Y tú?

Sara.- Y todo para qué, y todo para qué.

Silvia.- Y podemos afirmar que esto nos llevará al triunfo ¡Jo! Que palabras más chulas me dice el libro.

Paula.- ¡Por supuesto! (Mientras dirige el movimiento de la lámpara hacia la persona que acaba de hablar)

Andrés.- ¡Por supuesto que no!?

Paula.- ¡Eso!?

Sara.- O sea. ¿que no podemos elegir?

Paula.- ¡Eso!?

Sara.- No sé cómo soportar mi miseria: "las circunstancias han estado contra mí, yo valía mucho más de lo que he sido. No he tenido un gran amor, una gran amistad.pero porque no he encontrado a nadie que sea digno"

Silvia.- ¡Quietista a la vistaaaaaa!

Andrés.- ¡Pues qué desaprovechado! Parada no haces nada. ¡El amor se hace!

(sigue a Erika)

Silvia.- ¿Cómo vas a hacer algo que no has hecho??

Paula.- (Como entendiendo algo por fin) ¡Eso! ¡Los demás hacen lo que yo no puedo! (Empieza a salir de la escena y va hacia el público)

Erika.- Pues yo sólo soy cuando me muevo, así que. ¡Andando!

Silvia.- ¡Eres un proyecto!

Erika.- ¡Jo! No voy a ser un musgo, una podredumbre o una coliflor. Me voy haciendo poco a poco.o deshaciendo.

Andrés.- Pues, ¡mueve! Muévete, que yo te sigo.?

Sara.- ¡Qué monoooo! (A Andrés)

Erika.- En verdad te digo, que me horroriza lo que estás diciendo.

Andrés.- Pues yo te amo.así que. (Desaparecen detrás del sofá)

Sara.- ¡Jo! ¡Y delante de mis narices!

Silvia.- Tengo que escribir algo, ¡Ya!

Paula.- (Mirando al público) Pues sí, somos así. Ya nadie puede hacer nada.

Erika.- (Saliendo de detrás del sofá) ¡Cobarde! ¡Te has puesto un vestido de cobarde! ¡Eso no se hace! (conversación paralela con Andrés)

Sara.- Si, tengo sangre floja.

Andrés.- Es que soy de temperamento nervioso. perdona.

Silvia.- Y con esa sangre. ¿Cómo haremos héroes? (A Sara)

Andrés.- ¿Me das tu teléfono? (Erika le da la cabina.)

Erika.- Pero prométeme que seguirás las instrucciones que te diga cuando llame.

Andrés.- Pero me dará angustia. y no me apetece, la verdad.

Sara.- ¿Héroes? ¡O, esclavos!

Erika.- ¡Pues hijo! ¡Tú sabrás! Si no te comprometes. ¡Nos dejas en bragas a todos!

Silvia.- Esto es lo que existe

Sara.- Esto es lo que hay

Paula.- Esto.

(Suena el teléfono que está encima del sofá y Silvia lo coge. Erika se va a los cojines. Andrés y Sara mueven el sofá hacia adelante al mismo ritmo que Silvia anda al hablar)

Silvia.- ¡Mira! Empezamos por no ser nada, pero nos vamos haciendo, ¿No ves?

Ya están puestas las certezas en su sitio. ¿Te gusta la casa?

(Le dan la vuelta al sofá, creando un atril)

Madurez

(Andrés, Paula y Sara se sientan junto al público. Silvia se coloca por detrás del sofá-atril, de espaldas)

(Simultáneamente, mientras Paula se levanta y Silvia se da la vuelta)

Paula.- (Al público) Aparece.

Silvia.- ¿Cómo.?

(Paula se sienta y Silvia se vuelve a poner de espaldas. Lo anterior de repite)

Paula.- Aparece.

Silvia.- ¿Cómo.?

Paula.- Aparece un excéntrico profesor de una clase de asesinato.

Silvia.- ¿Cómo matar a una lámpara? Aquí tenemos una lámpara (Señalando a Paula) y, obviamente, como pueden comprobar, no está muerta. (Paula señala la lámpara. Silvia, que estaba señalándola, corrige el movimiento de su mano hasta la lámpara. Durante todo este discurso, Silvia hace exagerados movimientos con sus manos y dedos) Ahora bien, si yo quisiera matar a esta lámpara. ¿Cómo podría hacerlo? Por supuesto, antes de responder a una pregunta tan general (Andrés, Sara y Paula imitan el último movimiento de Silvia), habría que prestar atención a los detalles de su muerte. Habría que hacerse preguntas más concretas. Por ejemplo, ¿quiero que la lámpara muera de un golpe como quien. no sé, apaga una bombilla? ¿O, quiero que muera lentamente como quien ahoga una ilusión en el barro? Otra, ¿la lámpara es LED o convencional? Esto es importante porque, como todo el mundo sabe, es muy diferente matar a una lámpara LED a una convencional. Me gustaría aquí incidir en una cosa: Si la lámpara fuera convencional, ¿podríamos, simplemente, cambiarla de posición? (Sara y Paula se cambian los sitios. Andrés hace el amago de hacer lo mismo, pero vuelve a su misma posición al ver que no hay asientos libres) Es algo en lo que pienso mucho. Como todos sabemos, un vaso es un vaso, un plato es un plato, y una lámpara es una lámpara y una lámpara tiene que tener un sitio. (Camina en silencio hacia Sara) ¿Podríamos, entonces, decir que si la cambiamos de sitio está ya muerta?

Paula.- (Levantándose.) Aparece un hombre rudo, que interrumpe desde la grada. (Hace señas con la cabeza a alguien del público)?

Andrés.- (Confuso, pregunta a esa persona del público si le toca entrar. Lleva un cartel en el que pone NO). El asesinato de esa lámpara no será sencillo. (Mientras baja de la grada)

Silvia.- ¿Por??

Paula.- Le pregunta el primero.?

Andrés.- Créame, tan difícil (Silvia, Sara y Paula imitan su movimiento) como matar una olla a presión.

Silvia.- No se dejen confundir por este loco, todos sabemos que es muy fácil matar a una olla, sobre todo si es a presión.

Paula.- Un tercer hombre se une a ellos, es un hombre formal, más bien tímido. Dice:

Sara.- (Levantándose y bajando de la grada) Esa lámpara hace un tiempo fue familia mía.

Paula.- El primero le pregunta:

Silvia.- ¿Familia política quiere decir?

Sara.- No, fue algo así como mi tía, pero eso fue antes de que este pueblo se perdiera.

Paula.- El segundo interrumpe.

Andrés.- Hace mucho ya de aquello, pues.

Sara.- Hace bastante, aunque no tanto como para no recordarlo.

Paula.- Responde el tercero. El primero dice.

Silvia.- (El primero se equivoca de personaje al señalar) Recordar es una actitud que puede a uno costarle mucho.

Paula.- Pausa.

Silvia.- ¿Tiene algún problema, entonces, con que matemos a esta lámpara para mi clase?

Sara.- Bueno, yo tenía una igual en mi casa.

Andrés.- ¿Una lámpara??

Sara.- No, una tía.?

Andrés.- No va usted a hacer nada con esa lámpara.

Sara.- Yo.

Paula.- Un cuarto hombre se une a la discusión, rápido y seguro a la hora de hablar. (Se da la vuelta, dirigiéndose hacia donde están los demás)

Andrés.- (A Paula) No, no, no, no, todavía no. (Paula vuelve a mirar al público)

Silvia.- (Hace un gesto a Andrés para que se calle) Perdone si le ha molestado que intentemos matar a esta lámpara.

Paula.- Dice el profesor.

Sara.- No, ya le digo que.

Andrés.- ¡Pues claro que le ha molestado! ¡Está usted proponiendo degollar a su tía en público!

Paula.- El tercero está nervioso.?

Sara.- No quisiera ser un problema para.

Silvia.- En realidad, señor, degollar no sería un método ni medianamente efectivo para matar a esta lámpara.

Sara.- ¿Ah, no??

Andrés.- ¿Y eso por qué?

Silvia.- Pues hombre, porque es una lámpara LED, precisamente iba a eso cuando decía que.

Andrés.- No, no va usted a hacer nada con esa lámpara.

Sara: ¡Yo!

Paula.- Un cuarto hombre se une a la discusión, rápido y seguro a la hora de hablar (Pausa. Se da la vuelta y baja de las gradas) No podría matar esa lámpara aunque quisiera (A Silvia).

Silvia.- ¿Y eso por qué??

Paula.- Porque al ser un LED necesita usted más de una persona para matar esa lámpara.

Silvia.- ¿Estaría usted dispuesto a ayudarme?

Paula.- Podría, pero no cambia nada el interferir en la discusión.

Andrés.- Ese hombre de ahí le está diciendo que esa lámpara fue familia suya.

Sara.- Tan sólo lo he recordado y me pareció interesante decirlo.

Silvia.- También ha dicho que no le molestaba, no sea más pesado. ¿Puede venir a ayudarme?

Andrés.- Ya le he dicho que no permitiré esto.?

Sara.- En realidad, ahora que lo pienso.

Silvia.- ¿Quiere decir que le da pena??

Paula.- En ese caso no podría hacerse nada.?

Sara.- Sí, ciertamente sí.?

Andrés.- Pues claro hombre, lo que yo decía.

Silvia.- ¿Qué sugiere que hagamos entonces?

Andrés: Dejemos que las cosas se generen por su propia existencia.

Silvia.- Bueno, yo quiero terminar mi clase y demostrar que una lámpara LED puede morir solo por cambiarla de posición, al igual que una convencional.

Paula.- ¿Cómo es que no han podido demostrar algo así?

Silvia.- Una vez lo intentaron. Se reunieron todos los asesinos y científicos y montaron una buena para investigarlo.

Sara.- ¿Y cómo resultó?

Silvia.- No muy bien. La lámpara no murió, aunque algunos decían que había perdido algo de luz. Eso llevó a un debate intenso que, más tarde, se convirtió en una discusión, que terminó en reyerta, la cual vio venir una pelea a la que después siguió una batalla campal y, finalmente, como no podía ser de otra manera, sobrevino la guerra.

Paula.- ¿Y cómo terminó aquella guerra?

Silvia.- Aunque claro, una guerra no es para tanto. Yo recuerdo muchas por las que pasé sin querer.

Sara: ¿Hubo muchos muertos?

Silvia.- Y siempre acaban felizmente. En aquella ocasión, todos los científicos murieron y la opinión de los asesinos se convirtió en ley.

Andrés.- ¿Y cómo terminó aquella guerra?

Silvia.- Los científicos decían que la lámpara no podría morir por cambiarla de sitio, pero como todo el mundo sabe ellos son la peste del mundo y su ley no cabe en nuestra libertad.

Paula.- ¿Alguien escuchó el sonido de la lámpara al caer?

Silvia.- Yo soy de los que piensan que los científicos con ayuda de sus credos podrían llegar a conquistar las naciones del mundo

Andrés.- ¿Qué sonido hace una bala al atravesar un cañón?

Silvia.- Su triunfo sería entonces la corona fúnebre y la muerte de la HUMANIDAD. Nuestro planeta volvería a rotar desierto en el cosmos, como hace millones de años.

Sara.- ¿Cuántos agujeros de bala quedan en su recuerdo?

Silvia.- Por eso creo ahora que, al defenderme del enemigo, lucho por la obra del que llamará.

Andrés.- ¿Cuántas puertas se abrieron con el estallido de las bombas?

Silvia.- Porque en una época en la que una parte mil veces criminal se prepara para el ataque al orden existente, la otra parte solo puede sustituir las enseñas de su débil defensa por el grito de guerra de un ataque animoso y brutal.

Paula.- ¿Cuántos quedaron sordos por el eco de los cañones?

Silvia.- No se liberan los pueblos por la inacción, sino mediante sacrificios.

Sara.- Y dígame, ¿cómo terminó aquella guerra?

Vejez

(Les habla al resto)

Paula.- (Cerrando cajas una a una) Bestias.

Andrés.- ¡¡¡No está!!! (ríe). ¿Lo veis? No va a venir, y ya podéis sacrificaros cuanto queráis. Sacrificad a vuestros hijos y a vuestros hermanos y quemad todos los vestidos carmesí. Os perdéis el fruto de la vida y el sabor fresco de su savia que corre por vuestras venas. Nos creímos el reflejo de una luz más grande, y durante todo el viaje fuimos eso: reflejos, sombras, y la vía láctea que salió de la teta de una lámpara.

Paula.- ¿Sabéis que? Que es una

Andrés.- putada.

Paula.- Si. es una verdadera

Andrés.- putada.

Paula.- ¡Así os lo digo! Es una auténtica

Andrés.- putada.

Paula.- A la tierra no le importáis una

Andrés.- mierda

Paula.- a los ríos y a las nubes se la

Andrés.- suda

Paula.- cuánto sufrís y lloráis en la almohada. Cada

Andrés.- puta

Paula.- lágrima vuestra no es más que una huella o una súplica sobre la tierra descalza que todos pisamos. Y sobre esa huella reside todo. Le buscáis porque en su inexistencia reside vuestra libertad. ¿Y para que quiero eso? ¿Qué hago yo con eso?

Andrés.- Decid cuanto queráis. Cada paso que dimos fue una invención, nos inventamos a nosotros mismos pero no pudimos inventar la realidad. La naturaleza humana no existe.

Paula.- ¡Jodeos!

Andrés.- El individuo proyecta su luz y la sociedad es una constelación. Si, somos polvo de estrellas y mi tiempo está ligado a tu tiempo, y mi luz a tu luz, y yo no puedo apagar esta bombilla sin que el relámpago te atraviese el alma. Yo soy un animal temporal, una bestia paradójica que viaja a la velocidad de la luz. Vosotros ya sois un sueño para mí; mi asesino. cómo amo a mi asesino. El asesino de las lámparas.

Andrés y Paula.- ¡¡BREAKING NEWS!! ¡¡BREAKING NEWS!! EL ASESINO DE LAS LÁMPARAS.

Andrés.- A veces hay que amar al asesino, ¡claro que sí! ¡Viva lo humano! No somos ni podredumbre, ni musgo ni coliflor. Somos ojos, carne, labios, piel, deseos, mordiscos. Lo que proyectamos. Yo he proyectado ser un hereje; o llámalo

Paula.- hijo de puta.

Andrés.- A mí me la

Paula.- suda

Andrés.- el sufrimiento universal y

Paula.- su puta madre.

Andrés.- Soy yo quien decide si la voz que me habla es la del ángel o la del demonio. Me basta con una cama húmeda y un poco de sangre sobre los labios. Pero no soy honesto. Desde aquí quiero hacer un llamamiento a los

Paula.- hijos de puta

Andrés.- HONESTOS. ¡Vivan! Bravo por su honestidad pasmosa. Perversos, locos, soñadores que saltan sobre la luna bajo una lluvia de meteoritos. El pez que nada tranquilo no sabe nada de mi sufrimiento, al pez le importa una

Paula.- mierda

Andrés.- mi sufrimiento. Entrégale a un pez la represión, entrégasela y cohíbe su bella danza para que te escupa en la cara y te ponga huevas en los ojos.

Paula.- ¡Ese

Andrés.- cabrón

Paula.- es HONESTO! ¡Es lo que yo siempre he querido ser! ¡¡Lo que todos!! No quiero imponer nada a nadie pero

Paula y Sara.- si me hubiese permitido ponerme en pie y gritar (lo hace).

Paula.- Si nos hubiésemos subido a los trenes y roto las ventanas. Si hubiéramos corrido por el desierto y plantado allí una flor, seguramente habríamos echado a volar dirección hacia el infierno.

Paula y Silvia.- Si hubiésemos prendido fuego a nuestros libros y a nuestros padres

Paula.- y a nosotros mismos para renacer de un pozo de eterna oscuridad, el viaje por la luz se hubiera llamado VIDA. Y ahora que he subido a la montaña para ver amanecer, sólo una vez antes de morir me lo juego todo a una carta y si hay que arder en una hoguera

Andrés.- ¡yo quiero ser Juana! (Durante esto último, en una arenga excitada y exultante ha descendido al escenario. Sería hermoso que una niebla arenosa inundara el espacio y a partir de este momento todo fuera algo borroso. Suena una nana. Andrés y Paula bailan. Sara y Silvia desaparecen de escena) Quiero ser Juana para que la última luz que me lleve en los ojos sea la de la llama. La última. la primitiva.

Erika.- el destello.

(Érika, una mujer embarazada, entra en el espacio como en un tiempo anterior hizo otra. A su vez, Paula y Andrés desaparecen de escena lentamente. Érika comienza a cantar una nana mientras mete la ropa, como si de un bebé se tratara, a la lavadora. La lavadora se pone en funcionamiento. Érika sigue cantando. La bombilla se va apagando lentamente dejando a oscuras y en silencio el espacio.)