Eduardo Viladés, ¿Y ahora qué?, Valencia: Edictoràlia Teatre, 2020

Carlos Ferrer

Academia de Artes Escénicas de España

La nueva editorial valenciana Edictoràlia ha iniciado la colección de libros de teatro en edición bilingüe (español y valenciano) con textos de los autores Lorenzo Galiana, Inma Garín, Rosa Sanmartín y Eduardo Viladés. Una iniciativa encomiable en época pandémica, que cuenta con la ayuda de la Generalitat Valenciana. Viladés, en el prólogo de su pieza teatral ¿Y ahora qué?, anticipa que "el miedo y los convencionalismos sociales heredados de la cultura judeocristiana paralizan a uno de los protagonistas. El otro, sin embargo, ha conseguido a través de la libertad el salvoconducto necesario para ser feliz, a pesar de que ha pagado un precio muy alto". Javier está pagando aún las consecuencias de mostrarse a su entorno tal y como es realmente, mientras que Pablo permanece anclado en un fracaso vital sin visos de solución. Pablo confiesa que "por un chalet en las afueras, cierta estabilidad económica y miedo a volar y a ser libre la gente destroza sus sueños, se destroza a sí mismo... Tenías el agua enfrente y siempre te faltó el valor para agacharte y dar un sorbo a la vida. Y los años pasan y no se puede arreglar el pasado, por mucho que algunos piensen que lo mejor está por venir". Tras la primera escena (repleta de expresiones triviales), parece que estamos ante dos almas casi gemelas. Sentados alrededor la mesa de un bar, empezamos a conocer la situación actual de Pablo, repleta de miserias tras perder trabajo, novia, madre, padre, sin hacer nada tras cada pérdida, mientras que Javier, educado en una familia tradicional, ha escondido su verdadera orientación sexual para mantener su cómodo nivel de vida. Ambos personajes, instrumentos para la alquimia de la ficción, son víctimas silentes de su propio mundo interior, hostil, agrietado, el hombre frente a sí mismo. Inseguridad, frustraciones, pero sin silencios sugerentes. Pablo afirma en una réplica que "es una faena que la ingenuidad de los 20 años dé paso al miedo y a ir acumulando mierda y paranoias en tu coctelera interior". El miedo ha sido la tenaza de sus vidas. El autor, con más de treinta obras en su haber, efectúa una implacable requisitoria del orden moral con intención resueltamente crítica mediante unos personajes, acuciados entre las paredes de sus propios gestos como insectos en un frasco de cristal, buscadores de su lugar en el mundo entre la sorda angustia de la soledad, la costra anodina de la cotidianeidad, un recuento de fracasos, de ilusiones derrotadas.

El problema de las tres escenas de la obra es que no hay conflicto, no hay un motor argumental que haga atractiva esta mera acumulación de diálogos engarzados, pura retahíla de reproches sociales sin más, dos personajes insatisfechos a golpe de pesadumbre. Aunque el autor perfila la historia de amistad de los personajes conforme avanza la pieza, esta es por sí sola razón insuficiente para que el lector prosiga página tras página. Son solo dos personajes que comparten su mundo interior como si fuera un confesionario, en lo que es un balance de una vida mediocre y anodina, sin riesgo dramático. Los momentos de consuelo los aporta Javier, el cual, antes de que concluya la obra, revierte el tono afligido de los diálogos e insufla un ánimo positivo en su amigo, cimentado en el texto "Miedo" de Eduardo Galeano y redondeado con el sorprendente final. Como si fuera el teatro por horas que triunfó tiempo ha, pero sin humor, teatro de autoayuda, una "tragicomedia" adocenada que se queda a medio camino, carente de mirada penetrante, un empeño literario sin tensión dramática ni emoción, desmayado y sin agudeza.