Matei Visniec, Migraaaantes o sobra gente en este puto barco o el salón de la alambrada, Valencia: Universidad de Valencia, 2017

Carlos Ferrer

Academia de Artes Escénicas de España

Influido por el novelista Raymond Radiguet y por Kafka, los primeros libros publicados por el rumano Matei Visniec (1956) son de poesía. No obstante, hasta 1987 (fecha de su marcha a Francia) redacta una veintena de obras teatrales, algunas de ellas censuradas y la mayor parte inéditas. Solo hasta su llegada a Francia comienza a difundir públicamente sus textos, como por ejemplo en el Festival de Aviñón, donde suele estrenar desde entonces. Su primer éxito es la pieza Caballos en la ventana y su consagración internacional llega con el Premio Jean Monnet de Literatura Europea en 2016 por la novela caleidoscópica El vendedor de las primeras frases. Sus obras están traducidas a más de treinta idiomas, suponen una crítica frontal al totalitarismo, independientemente de su tendencia política, y están marcadas por la influencia del teatro del absurdo y su ánimo crítico contra las lacras actuales.

En Migraaaantes o sobra gente en este puto barco o el salón de la alambrada, que se estrenó en Bilbao y Madrid y que está traducida por Evelio Miñano Martínez, el autor analiza el fenómeno migratorio como determinante del futuro de una Europa, anclada en el pensamiento políticamente correcto que impide ver la realidad, identificar los verdaderos problemas que la acucian, un pensamiento correcto que se impone de forma humillante al recién llegado en forma de normas ineludibles. El teatro como escenario del debate migratorio porque, como sostiene el autor en su nota de intención, "en mi pieza modular intento sugerir el gran dilema moral en el que se encuentra Europa" mediante una envidiable lucidez crítica. Este es un drama particular que lanza un mensaje universal, todos los éxodos son traumáticos y la igualdad entre todos los hombres debe imperar. Visniec vuelca su experiencia como periodista con un marcado tono pesimista en esta pieza que gira sobre el deseo de llegar a Europa por parte de unos personajes, que viven allí donde vida y futuro son antónimos y que por ello huyen de sus hogares.

Un accidentado viaje en 25 escenas (algunas de ellas concluyen con un final de emoción lapidaria) más 6 escenas de reserva o alternativas como si fueran los ejercicios de estilo de Raymond Queneau, hasta el punto de que la estructura en alternancia de líneas argumentales no resueltas conforma un atractivo caleidoscopio, donde el autor da voz y desnuda el alma de unos personajes, que ejercen su atenazador poder sobre el débil. No hay paños calientes, sus escenas descarnadas sin transición entre ellas con variedad de situaciones y personajes oscilan entre el abuso y la fragilidad con una desnuda crudeza. Evelio Miñano, en su certera introducción, plantea algunos de los otros temas de esta pieza, como el "uso perverso de los avances científicos y tecnológicos, la incapacidad o falta de voluntad real de la política para resolver los problemas", explica que "lo absurdo del lenguaje se matiza en la imposibilidad de entendimiento auténtico en situaciones de falta de libertad o dependencia impuesta", así como argumenta la coexistencia de lo fantástico con lo grotesco, lo irónico con lo simbólico y destaca "la acción, el ritmo y la contundencia verbal" de las escenas entre la amargura y la risa acongojada, sin llegar al extremo de "banalizar el horror".

En definitiva, Visniec provoca que el atento lector se conozca mejor y alerta sobre la manipulación del individuo y las contradicciones humanas. Amor, dolor y muerte entre la sonrisa y la reflexión, porque esta interesante comedia negra convierte al teatro en un lugar de debate mediante la sucesión de intensas escenas cortas con el punto en común de la hiel y el eufemismo.