
Cuando Cristóbal Colón hizo acto de presencia en el nuevo continente, siglo XV, pudo comprobar cómo los indígenas de aquellas tierras expulsaban humo por la boca. Este humo procedía de la quema de unas hojas secas especiales, Nicotiana tabacum (tabaco). Colón trajo esa costumbre a Europa y la sociedad del viejo continente cambió los hábitos y costumbres, aceptando esta nueva planta a la que se achacarían propiedades curativas, milagrosas… El paso del tiempo, sobre todo, con la llegada de los estudios epidemiológicos, dictaminan que el tabaco tiene más de nocivo que de curativo. 9 de cada 10 casos de cáncer de pulmón se deben al abuso de esta sustancia, si bien está relacionado con otros tipos. En el humo de los cigarrillos, puros y pipas se han hallado al menos 70 sustancias químicas relacionadas con cáncer. Incluso, también podemos hablar de fumadores pasivos; personas que no fuman, pero se rodean de fumadores. Estas últimas, y las primeras, tienen el mismo riesgo de enfermar.
Estudios de talla internacional dictaminan que la mayoría de adolescentes son conscientes de que el tabaco es una de las principales causas de muerte. No obstante, a causa de su fácil acceso, no están dispuestos a perder la opción de probarlo y, consecuencia de esto, poder volverse adicto a la nicotina.
Es necesario comenzar a enseñar la verdad y dureza del consumo de tabaco entre los jóvenes. No podemos permitir una estadística que nos diga que el 25% del alumnado de la enseñanza media manifestó consumir tabaco. Con esta actividad práctica se pone de manifiesto los posibles efectos adversos que el tabaco puede llevar en un aparato respiratorio.

- Una botella de refresco de plástico.
- Algodón.
- Un cigarrillo.
- Agua.
- Un globo.
- Tijeras de punta.


- En primer lugar, llenaremos la botella de refresco con agua del grifo.
- En la boca de la botella, dispondremos de una pequeña cantidad de algodón. Este material mostrará una analogía con el epitelio que tapiza la vía respiratoria.
- Cortaremos el cuello del globo y, en el mamelón, procederemos con un corte. Este globo será la analogía didáctica con los labios de un/a fumador/a.
- En ese corte último del globo, dispondremos el cigarrillo, al que le hemos quitado el filtro.
- Prenderemos fuego al cigarrillo y haremos un agujero perforante en la base de la botella con las tijeras de punta.

Cuando se perfora la botella, comienza la salida de agua, generando una presión negativa en el interior del recipiente. Esta presión negativa se compensa con la entrada de aire a través del cigarrillo que empezará a prender.
En el interior de la botella, podemos comprobar cómo se acumula el humo, de coloración blanco-amarillenta, que va tiñendo el agua.
Finalizado el proceso de vaciado de agua en el interior de la botella, es muy interesante comprobar el estado del algodón. Con la ayuda de un guante, podemos enseñar a los discentes la coloración, el tacto grasiento y el desagradable olor. El tacto grasiento repercute muy negativamente en el epitelio ciliado del tracto respiratorio. Este epitelio hace que la mucosidad se movilice del pulmón a la glotis para ser tragada y pasar al esófago-estómago. Si desaparece, la mucosidad no puede salir y es indicativo de ello, la tos que muestran los fumadores a primera hora de la mañana, tras el sueño nocturno.
También se destaca cómo el humo no abandona tan fácilmente el interior de la botella. Permanece, igual que lo hace en el pulmón de un fumador, necesitando de una ventilación forzada para su correcta expulsión. Con los años, las sustancias nocivas son difícilmente expulsadas y su acción tóxica empieza a notarse.
