Inteligencia emocional e intensidad emocional en el juego motor
I
MARCO TEÓRICO
1. EL JUEGO EN LA EDUCACIÓN EMOCIONAL
• El juego motor.

El juego motor forma parte de la actividad diaria de la vida del niño, tanto si este es espontáneo como si es programado dentro del ámbito escolar. A través de los juegos, el niño confronta opiniones, intercambia información, se relaciona con sus iguales y puede desarrollarse socialmente al vivir todo tipo de experiencias mientras juega.

Para Parlebas (2001), así como para Lagardera y Lavega (2003), cuando entra en juego la conducta motriz de la persona, no solo se pone en juego la dimensión biomecánica de la misma, sino también la afectiva, relacional, cognitiva, expresiva… la persona actúa como una unidad. Estos factores ofrecen un camino para acceder a su educación y contribuir de esta forma al desarrollo integral del alumno, objetivo general de la etapa de Primaria que ha ido repitiéndose a lo largo de las diferentes leyes desde que entrara en vigor la LOGSE, lo cual demuestra el valor del mismo.

Se habla de conducta motriz cuando se intenta captar, junto con esas manifestaciones objetivas, el significado de la vivencia que tienen asociada directamente: intención, percepción, imagen mental, proyecto, motivación, deseo, frustración… De hecho, la conducta motriz no se puede reducir ni a una secuencia de manifestaciones observables, ni a una pura conciencia desligada de la realidad. Responde a la totalidad de la persona que actúa, a la síntesis unitaria de la acción significativa o, si se prefiere, del significado actuado. Esta doble perspectiva que combina el punto de vista de la observación externa (el comportamiento observable) y el del significado interno (la vivencia corporal: percepción, imagen mental, anticipación, emoción…) permite al concepto de conducta motriz desempeñar un papel crucial en la educación física (Parlebas, 2001:85).

A raíz de lo expuesto, surge la praxiología motriz, o ciencia de la acción motriz, que analiza la lógica interna de cualquier práctica motriz, poniendo al descubierto las características de las mismas y permitiendo a los docentes, de esta forma, organizar sus prácticas en función de aquellos aspectos que desea educar en sus alumnos, ya sean afectivos, emocionales, relacionales, cognitivos… Para organizar las prácticas motrices, la praxiología motriz desarrolla cuatro grandes categorías o dominios de acción motriz.

Un dominio de acción motriz es, pues, una clase de actividades ludomotrices, institucionalizadas o no, que tienen en común algunas características importantes de su lógica interna, como por ejemplo, la incertidumbre que procede del entorno o la interacción con un adversario.

La identificación de una gama de dominios de acción corresponde a una división de todo el campo de las actividades ludomotrices en categorías pertinentes, desde el punto de vista de la acción motriz (Parlebas, 2001:161-162).

figura 1

Figura 1. Juegos psicomotores, Parlebas (1989). Mural urbano de Ernest Zacharevic, en: http://arrestedmotion.com/2013/09/nuart-13-part-iv-roa-dot-dot-dot-martin-whatson-ernest-zacharevic/

Las categorías serían las siguientes:

figura 2

Figura 2. Juegos de oposición, Parlebas (1989). Mural urbano de Julien Malland, en: http://miravosblog.com/arte-urbano-edificios-seth-globepainter-julien-malland-7/

figura 3

Figura 3. Juegos de colaboración, Parlebas (1989). Mural urbano de Ernest Zacharevic, en: https://www.blogartesvisuales.net/diseno-grafico/ilustracion/ernest-zacharevic-pintar-para-animar-lo-inanimado/

figura 4

Figura 4. Juegos de colaboración-oposición , Parlebas (1989). Fotograma de Inazuma Eleven, serie de manga creada por Tenya Yabuno, basado en el videojuego del mismo título para consola portátil.

A continuación (figura 5), podemos observar los cuatro dominios de acción motriz, de tal forma que según el alumno participe en unos juegos u otros, tiene más o menos posibilidades de experimentar un tipo u otro de emociones, relaciones, expectativas, etc., siendo posible, de esta manera, la educación emocional de los alumnos a través de las prácticas motrices.

figura 5

Figura 5. Elaboración propia, a partir de la clasificación de los dominios de acción motriz de Parlebas (1989).

Aparte, como señalan algunos autores (Alonso, Gea y Yuste, 2013), en los cuatro dominios de acción motriz podríamos tener en cuenta aspectos tales como el factor competición, donde las prácticas estarían orientadas hacia un final concreto que orientaría los resultados; que es lo que suele ocurrir en el caso de los deportes institucionalizados como por ejemplo baloncesto, fútbol, gimnasia, etc.

Sin embargo, también se podrían trabajar juegos en los que no existiera una competición orientada hacia un desenlace final y no habría, por tanto, vencedores ni perdedores. Sería el caso de juegos como el “pilla, pilla” o “canastas en el suelo. ” Todos estos elementos nos permitirían elaborar unas prácticas educativas enriquecedoras paras los alumnos, ya que el espectro de emociones que se pueden abarcar combinando dichos elementos sería bastante extenso.

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