Teatro terapeútico y sanación

Therapeutic Theatre and Healing

Aurelio Rodríguez Muñoz

Profesor de Dicción y Expresión Oral de la ESAD de Murcia. Teatroterapeuta

Resumen: El teatro terapéutico es un trabajo interdisciplinar que aúna terapia y teatro; esto es sanación y representación ficcional, artística, creativa y simbólica. El teatro terapéutico ayuda en la curación y sanación de enfermedades mentales y de situaciones de estrés o conflicto mental, ya sea individual o grupal. Es una herramienta rica y variada en recursos para la mejora de la calidad de vida del cliente/paciente. El estudio presente se centra en tres de las cualidades esenciales del teatro terapéutico, comunes al teatro y a la terapia, y también en nuestra opinión, a todo acto curativo, creativo, y educativo: la presencia, la intención, y el acompañamiento. Tres cualidades que presiden un acto en el que una persona ofrece ayuda a otra - ayuda sanadora, creativa o educativa - a través de una ceremonia basada en la escucha y en el amor. Los principios éticos, morales, existenciales, y deontológicos que presiden el vínculo entre sanador y cliente, actor y espectador, y profesor y alumno son muy similares: la entrega, la humildad, el respeto y el compromiso.

Palabras clave: teatro, terapia, presencia, intención, acompañamiento.

Abstract: Therapeutic theatre is an interdisciplinary work that combines therapy and theatre; i.e., healing and fictional, artistic, creative and symbolic representation. Therapeutic theatre contributes to cure and heal mental diseases and situations involving stress or mental conflict, whether for an individual or for a group. This is a tool with many and varied resources to improve the client/patient's quality of life. This study is focused on three of the essential qualities of therapeutic theatre, which are common to theatre and therapy and -in our opinion- to any curative, creative and educational act as well: presence, intention, and accompaniment. Three qualities that prevail in an act in which a person offers help to another - curative, creative or educational help - by means of a ceremony based on listening and love. The ethical, moral, existential and deontological principles prevailing in the bond between the healer and the client, the actor and the spectator, and the teacher and the student are quite similar: dedication, humility, respect and commitment.

Key words: theatre, therapy, presence, intention, accompaniment.



El teatro terapéutico es una herramienta de trabajo lúdico y simbólico para sanar emociones y para comprender y analizar problemas de índole mental, existencial, espiritual. Es un método que ayuda positiva y decisivamente en la curación de enfermedades mentales, una curación que aborda desde muy diversos lugares y perspectivas, con un enfoque multidisciplinar, proteico, holístico. El teatro terapéutico contempla como disciplinas auxiliares: la terapia Gestalt, la terapia craneosacral biodinámica, la biodescodificación o biodesprogramación, musicoterapia y arteterapia, Río Abierto (terapia de trabajo sobre sí a través del cuerpo), constelaciones familiares. Es, por tanto, una forma compleja y pretendidamente completa de acercarse a la realidad existencial de la persona con el fin de ayudarla a mejorar su estado psicofísico en aras de incrementar su bienestar y felicidad. Como estudiante de cuatro años de formación en teatro terapéutico puedo testimoniar que ha sido una formación excelente en calidad y en recursos, que mejora el conocimiento interior del terapeuta, así como su autoconcepto y autoestima y que presta una gran cantidad de conocimientos y herramientas técnicas para el abordaje integral del cliente. En teatro terapéutico se prefiere el término cliente al de paciente, porque el término paciente coloca al destinatario de la práctica terapéutica como un sujeto enfermo y pasivo, cuando la realidad es que es un ser humano que solicita ayuda y que asiste a la sesión para participar activamente en la adquisición de recursos que favorezcan su autonomía personal.

En el presente estudio me centraré en tres aspectos que considero de fundamental importancia para el abordaje de la salud mental: la presencia, la intención y el acompañamiento. Tres conceptos que definen por sí mismos la filosofía de trabajo del teatro terapéutico y del teatroterapeuta. Como veremos son conceptos que caracterizan cualquier proceso de sanación, pero también cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje, y de creación artística, pues son correlatos metafóricos y simbólicos los unos de los otros. El arte, la salud y la educación caminan en pos de un mismo fin: el desarrollo integral y global del ser humano en su individualidad y en su inclusión comunitaria de forma armónica.

La presencia es un estado de atención y concentración consciente, alerta y distendido a la vez, un estado de escucha de la realidad presente, de la realidad presente del cliente, pero también del terapeuta y del entorno común a ambos. Presencia es estar en el momento presente, olvidando y perdonando el pasado - cualquiera que este fuera, por trágico o doloroso que sea - y sin expectativas en torno al futuro. Presente, por tanto, con implicación y compromiso, pero implicación y compromiso no personales, subjetivos y egoicos, sino implicación y compromiso en la tarea. El terapeuta se debate dialécticamente entre la presencia y la ausencia. Presencia de su cuerpo y de su actitud para encarar la sanación, pero ausencia de todo deseo de ser el artífice o hacedor del milagro de la curación del cliente. El terapeuta, estando plenamente presente, se borra o anula para que la curación obre por sí misma, y el sistema de salud inherente de la persona asistida encuentre su autorregulación, su equilibrio sistémico natural. Se trata de lo mismo que señalan Jerzy Grotowski y Eugenio Barba a sus actores cuando han de interpretar un personaje, mito o arquetipo. El actor debe estar al servicio de unas fuerzas espirituales y universales que están en el inconsciente colectivo, al servicio de "lo gran desconocido" que opera a través de él; su función es la de ser receptáculo a través del cual se expresan las fuerzas energéticas de la vida. El cuerpo del actor se vacía de protagonismo, para que la verdadera protagonista sea la vida en toda su plenitud expresándose y dejando que sea ella la que hable. Igual sucede con el cuerpo del terapeuta ante el cliente, debe renunciar humildemente a todo deseo de controlar o empujar la curación para que esta pueda tener espacio para expresarse. Barba dice a través de Ian Watson en Hacia un tercer teatro:

"No podía entender cómo era posible que los actores orientales, hasta en una fría demostración de técnica, siempre conservan una presencia sorprendente, que inevitablemente cautiva la atención del espectador. En tal situación el actor no está interpretando o expresando nada. Sin embargo pareciera tener un núcleo de energía radiante, evocativa y sabia, aunque no premeditada, que captura nuestra atención y magnetiza nuestros sentidos. Durante mucho tiempo creí que era una cuestión de técnica, en el sentido de habilidad específica. Pero al tratar de ir más allá de esta definición habitual, me di cuenta de que lo que llamamos técnica es en realidad un uso particular del cuerpo" (Watson, 2011:115).

La presencia - como señala Barba - no es una energía premeditada, es una energía fresca y salvaje, viva, instintiva, visceral. Es una energía que no procede del cuerpo - procede de instancias mistéricas que están más allá del cuerpo, del "aliento de vida" según la terapia craneosacral - pero el cuerpo es el canalizador o catalizador que la vehicula. Es una energía libre, fluida y mutable. Es una energía al servicio de la sanación. Estar en presencia, es también estar como presente, es decir como regalo, brindarnos a que nuestro cuerpo y nuestra presencia sirva de regalo al proceso de curación.

La presencia es la manifestación de la esencia del ser humano. El buen terapeuta como el buen actor o como el buen pedagogo es aquel que toca la esencia del cliente/espectador/alumno. La esencia es la verdad, lo que no es máscara ni personalidad construida culturalmente, lo que no es mentira. La manifestación de la esencia es lo que cura, puesto que la esencia no está enferma, nunca lo estuvo. La esencia es incorruptible, es nuestro niño interior a salvo de todo. La esencia no ha sido maltratada, puesto que guarda intacta la confianza y la inocencia. Todos los seres humanos sin excepción somos en esencia lo mismo, seres que tenemos miedo a la muerte y a la carencia, al sufrimiento y a la enfermedad, seres que queremos amar y ser amados, y que buscamos no estar solos y tener la aprobación de aquellos a quienes queremos y que nos importan, todos tenemos miedo al rechazo y a la exclusión, y todos deseamos la felicidad y la restitución de nuestra paz interna. Son nuestras personalidades las que discurren caminos sinuosos y complejos, las que gestionan de mejor o peor manera el amor y el desamor. Grotowski señala que el proceso de curación - como el de creación artística - es un proceso de restitución de la salud en un caso, de la belleza en otro, un proceso de restauración y de evolución personal, que pueden darse o no darse, que exigen nuestra total apertura, fe y confianza para que se den, y la aceptación de que si no se dan es lo mejor para todos, lo mejor para el sistema. Las terapias alternativas más contemporáneas, al igual que las vanguardias artísticas poseen un fondo eminentemente cristiano - crístico - humanístico y romántico. Degler y Ziólkowski dicen acerca de Grotowski en Essere un uomo totale:

"La esencia me interesa porque no tiene nada de sociológico. [.] Con la esencia nos es legado un proceso de evolución personal. El proceso es como el destino de cada uno, el propio destino que se desarrolla (o simplemente se desenvuelve) en el tiempo. Por tanto es posible liberar el proceso bajo la vía de la reminiscencia. ¿La esencia está dentro de la memoria? No lo sé. Cuando trabajo en proximidad de la esencia, tengo la impresión de actualizar la memoria. Cuando la esencia es activada es como si una fuerte potencialidad se activara" (Degler y Ziólkowski, 2005: 194).

La presencia se cultiva y se incrementa a través de la escucha activa y de la atención. Escuchar es atender y también ralentizar el ritmo para abrirnos al mensaje que la vida tiene para nosotros, ralentizar la frecuencia corporal para poder oír con claridad. Todos los métodos educativos, creativos y sanadores más recientes hacen hincapié en la importancia trascendental de la escucha. Somos lo que escuchamos, y actuamos de acuerdo a lo que escuchamos. La escucha es lo que más nos define, y lo que más nos hace aprender tanto para crear como para sanar. El yoga ayuda a la escucha; también de una manera muy importante, la meditación. Escuchar es ante todo, respetar al otro, puesto que si lo escuchas es porque consideras que merece ser escuchado, merece la pena escucharlo. Igual sucede con nuestro propio cuerpo, y con la vida en general. Si escuchas, es porque respetas tu cuerpo, respetas la naturaleza, respetas tu entorno. Escuchar es estar abierto a lo que el otro o los otros tengan que decirte; es por tanto, también una muestra de humildad, puesto que consideras que fuera de ti hay algo o alguien que tienen que decirte algo importante, y de los que puedes aprender, que por tanto no lo sabes todo. En los planes de estudio gana competencias continuamente la capacidad de escuchar. De hecho ya es una de las competencias fundamentales en muchas materias: el saber escuchar, junto con el de saber expresarse (saber hablar, leer y escribir). El terapeuta no debe escuchar solo el discurso de su cliente, sino también todo el sistema, toda la malla de redes compleja en la que la existencia del cliente se muestra. Igual ocurre con el actor, no solo escucha su personaje, debe escuchar todo lo que el resto de personajes piensan y sienten acerca de su personaje. La escucha ha de ser completa y abierta a cualquier tipo de impresión y sensación. La escucha ha de ser amorosa y compasiva, comprensiva y aceptadora con la realidad del otro, y no ha de estar focalizada en el otro. Lo importante no es que el otro nos diga lo que le pasa y nosotros poner solución o emitir un juicio, lo importante es que la esencia se revele, y la contemplemos sin juicios tanto en un acto creativo como en un acto curativo o educativo.

Imagen 1. Grupo de teatro terapia. Trabajando la presencia. Fuente: elaboración propia.

Otra de las premisas del teatro terapéutico es la intención. La intención es el objetivo o finalidad con que se lleva a cabo una determinada empresa. La intención última es la sanación del enfermo, la comunicación con el espectador o la enseñanza del alumno. Pero la intención primera no es ninguna de ellas, la intención primera ha de ser la investigación de la verdad acerca de lo que está ocurriendo, y la observación y la escucha de las necesidades del otro, no para complacerlo, sino para ayudarlo, siempre y cuando el otro se deje ayudar y quiera ser ayudado. La intención requiere por tanto la colaboración del otro, la intención del otro sumada a la nuestra propia, las dos caminando en la misma dirección. La intención no es una máxima absoluta que deba ser seguida sin discusión; la intención puede ser modificada durante el proceso. A la vez hay que darle tiempo a la intención para que nos conduzca a algún lugar; tampoco puede ser modificada arbitraria o aleatoriamente. No es un fracaso que la intención del terapeuta no sea la misma que la del cliente, o que la del artista y el espectador, o el enseñante y el discípulo diverjan. Muy al contrario, puede establecerse un diálogo de intenciones muy enriquecedor. No hay contradicción, nunca hay contradicción, siempre hay complementariedad. Dos puntos de vista aparentemente contradictorios no lo son, son complementarios. Esta es otra de las bases de la salud mental. La salud se reintegra si lo aparentemente contradictorio se asume bajo la totalidad de una complementariedad armónica. Una de las bases del teatro terapéutico es enseñar cómo diluir en una fusión armoniosa las contradicciones que nos angustian.

La intención está muy relacionada con la respiración. Somos como respiramos. La respiración es la llave de acceso al mundo mental y emocional. El aire que entra y sale de nuestro cuerpo es energía mental y emocional. Es el alimento espiritual a través del que nos relacionamos con el mundo, con los otros seres, y con nosotros mismos. La recuperación de la salud mental pasa por la recuperación del equilibrio respiratorio. La intención tiene relación con la inspiración, el acompañamiento con la espiración. La presencia engloba inspiración y espiración. La inspiración es también aspiración, la relación que el ser humano entabla con sus sueños, fantasías e ideales. En Teatro Laboratorio existe la máxima que reza: dime cómo respiras y te diré quién eres. La respiración, es en efecto, una huella dactilar que define a la persona, y también al personaje. Podemos cambiar el personaje, cambiando su forma de respirar. Hugo Ardiles dice en La vida en mis cuerpos:

"En el hombre, como en los animales, la vida emocional también se expresa a través de la manera de respirar, en cómo movemos los músculos respiratorios. Cuando estamos ansiosos la respiración se acelera, probablemente para absorber mucho oxígeno y usarlo después, en la acción. Por el contrario, al sufrir un susto la respiración se paraliza, tal vez para sentir menos: frente a un dolor o miedo contenemos la respiración y logramos una anestesia emocional. Al disminuir el aporte de oxígeno disminuye paralelamente la sensibilidad, sentimos menos.

Cuando nos angustiamos puede llegar a paralizarse el diafragma (músculo inspiratorio por excelencia, que pertenece tanto al Centro Medio como al Cardíaco, puesto que está entre los dos). Se reduce así notablemente la respiración al punto de sentirnos ahogados, y comenzamos a suspirar usando los músculos inspiratorios accesorios (intercostales, serratos y esterno-cleido-mastoideos). El angustiado y el fóbico crispan los músculos largos del cuello y muestran al hablar su tensión emocional". (Ardiles, 2012: 232)

Imagen 2. Grupo de teatro terapia. Trabajando la relación física y la intención. Fuente: elaboración propia.

La intención es una actitud de disposición y entrega, no es una actitud de mostración, ilustración o demostración. El teatro terapéutico no persigue establecer causas o concatenar hechos, hacer una serie de causas y síntomas. Para el ser humano esto muchas veces es inevitable, puesto que hemos sido educados en las leyes de la causalidad, y además, esto nos hace ver los problemas con cierta facilidad, pues podemos etiquetarlos, y nos permiten estar mínimamente seguros de algunas certezas. El teatro terapéutico se asienta sobre la duda absoluta y sobre el desconocimiento. No conocemos los hechos, ni necesitamos conocerlos; es más si los conocemos entramos en juicios de valor. Lo importante es estar abiertos a que todo puede ocurrir, y todo cabe. Los hechos no suceden por causalidad-consecuencia, sino por resonancias afectivas y asociativas, muchas veces extrañas, paradójicas o absurdas. El ser humano es un personaje que en numerosas ocasiones actúa por resortes instintivos y primitivos desconocidos para él; si eso es así para él, mucho más lo será para el terapeuta que trata de ayudarle o para el actor que trata de encarnarlo. Nuestro comportamiento se aferra a patrones conductuales que no controlamos. A la pregunta de por qué nos aferramos a estos patrones de conducta no hay una respuesta única. Las viejas pautas de placer o de dolor aprendidas en la infancia, pero también de nuestro período prenatal y perinatal, así como de experiencias transgeneracionales influyen en gran medida sobre a qué se aferran nuestras creencias y pensamientos. Así lo expone Richard Wolheim en Sobre las emociones:

"El primer ejemplo es el siguiente: un hombre sin compromiso, cuya vida ha sido gratificante pero aburrida, se encuentra en una fiesta con uno de sus antiguos amores, que algunos años antes le abandonó por otro. A lo largo de la noche le da a entender que, si él estuviera interesado por ella, ella estaría preparada para reavivar su interés por él. De golpe, uno de sus deseos casi olvidados, el deseo de que ella pensase bien de él, se ha reavivado y satisfecho. Sus pensamientos pueden ahora avanzar en varias direcciones. Pueden volverse hacia la propia mujer, que, de forma milagrosa, de repente está preparada para corresponder a su amor; pueden volverse hacia el marido de la mujer, a quien ella ha estado unida de forma obsesiva y que de pronto se ha cansado de ella definitivamente; o pueden volverse hacia la coincidencia extraordinaria que les ha juntado en un momento en el que estaban preparados para verse desde un punto de vista nuevo. Las distintas direcciones hacia las que se pueden volver los pensamientos del hombre son las direcciones a las que se pueden aferrar". (Wolheim, 2006: 129)

El terapeuta ha de tener claro que la enfermedad no es algo malo. La enfermedad es una solución y una ayuda para que el sistema se reequilibre. La enfermedad solo es un mal si la resistimos y rechazamos. En cambio cuando la vivimos como un medio de aprendizaje, de ejercitarnos, de desarrollar nuestras capacidades, entonces es un bien. El mal no está en la enfermedad, sino en nuestra postura personal ante la enfermedad. El terapeuta ha de desapegarse del cuerpo, y del miedo a la disolución y a la ausencia - esto es al vacío y a la muerte - para poder estar centrado en el servicio al otro. El actor ha de hacer lo mismo para poder interpretar realmente y hasta sus últimas consecuencias al personaje, ha de desapegarse de su cuerpo, de su vida, de su ego, para poder sentir al otro y sentirse como el otro, comprenderlo y amarlo sin juzgarlo. La enfermedad y la muerte son un cambio de misión vital, una transformación energética. La intención no ha de estar puesta en luchar contra la enfermedad, sino en vivirla, aceptarla y atravesarla, y aprender de ella el mensaje que tiene para nosotros.

La intuición ayuda a la intención. La primera pregunta que se hace el terapeuta y que se hace el actor es cómo puedo sanar y/o acceder al alma de tal persona o personaje. Cuanto más clara y sincera sea la pregunta que terapeuta y artista se hagan más clara y rápidamente a través de la intuición llegará la respuesta. Una de las principales dificultades radica en la confianza en nuestra propia intuición, así como en la fe en que la salud, al igual que la belleza, siempre están disponibles para todos. La intuición no es solo creencia mágica. Los conocimientos intelectuales y técnicos ayudan a desarrollar la intuición. Al mismo tiempo la intuición también se cultiva y desarrolla técnicamente a través de disciplina y de recursos. Importante es que en todo lo relativo a salud mental el terapeuta vea a la persona que tiene ante sí como un ser completo, perfecto y bello en sí, que no necesita cambios, porque los cambios ya están en él, ya están operando en él, desde el momento en que deposita su confianza en una sesión de sanación. Creer que el otro está sano lo convierte en sano. Así lo expresa Antonio Blay Fontcuberta en Creatividad y Plenitud de Vida:

"El medio más rápido, más eficaz, que existe para ayudar a una persona a que viva esa perfección, esa plenitud interior, reside en que yo, cuando trato con ella, la vea en esa plenitud interior, se la reconozca, y la trate como si esa plenitud, de algún modo, estuviera ya presente. Esto es lo que estimula más rápidamente el reconocimiento interior de la otra persona, de su propia naturaleza interna". (Blay Fontcuberta, 2008:262)

La tercera premisa en la que se basa mi estudio es el acompañamiento. El terapeuta no guía ni conduce al cliente, únicamente lo acompaña. Acompañar es estar al lado del otro brindándole compañía, afecto y protección, hacer que el otro se sienta escuchado y reconocido, y a la vez, se sienta libre para expresarse desde su ser íntimo sin miedo a ser juzgado. Acompañar es difícil; no todo el mundo está preparado para hacerlo: es un arte y un don. Requiere de sacrificio y de paciencia, de cualidades técnicas, pero también humanas. El acompañamiento jamás ha de ser intrusivo o invasivo. Hemos de dejar que el otro nos cuente lo que quiera contarnos, no más de lo que desea. Acompañar implica permitir el espacio para que la otra persona sea ella misma, y respetar en todo momento ese espacio. Muchas veces acompañar es no hacer nada. Pero nada nos es más difícil a los humanos que no hacer nada. Porque creemos que si no hacemos no estamos siendo profesionales, no estamos siendo productivos, no estamos presentes en el proceso. Y es justo al revés, es todo lo contrario. La mejor manera de acompañar muchas veces es simplemente escuchar a la persona que tiene un problema o enfermedad y dejar que se desahogue; en numerosas ocasiones además la persona solo pide eso, o solo necesita eso.

Uno de los temas que más preocupan a los terapeutas es el miedo a no saber acompañar o cómo acompañar. El artista teatral aquí tiene mucho que aportar. Pues el actor se ha cultivado en el arte de la empatía y de la asertividad. El actor conoce el mundo emocional del enfermo, y al saber cómo son sus emociones y tránsitos emocionales, sabe cómo acompañarle. El actor trabaja durante toda su carrera y durante toda su trayectoria profesional el vínculo con el director, con su personaje y con el espectador. Es un especialista en crear vínculos y en mantenerlos. Y esto es justamente lo que el enfermo mental siente destruidos: sus vínculos con la realidad y con la sociedad. El enfermo además de terapia psicológica y/o psiquiátrica necesita de un acompañamiento afectivo. Y el actor es un artista en el arte de acompañar. Acompañar es divertir y seducir a través de la mirada, de la sonrisa y del humor; es contar una historia que al otro le interese, o al menos le entretenga, es dejar que el otro juegue y libere sus emociones, permitir al otro sus estallidos emocionales, y compartirlos con él si fuera necesario. El artista establece una complicidad más estrecha y vinculante con el espectador y con el enfermo de lo que lo hace el terapeuta. En Río Abierto se dice que el vínculo es más importante que la técnica; comentan que un gramo de vínculo acerca y aproxima más que toneladas de técnica. Es una opinión discutible, pero perfectamente digna de meditar. Por todo lo anteriormente expuesto es tan necesario que artistas y terapeutas colaboren entre sí, y que tengan conocimientos del área o campo del otro. En ciertos terrenos se hace imprescindible que el artista tenga conocimientos psicológicos y el terapeuta o psicólogo tenga conocimientos de comunicación creativa y artística.

El acompañamiento exige confidencialidad y libertad. Confidencialidad para que el enfermo sepa que la sesión de trabajo es un refugio en el que está a salvo del mundo exterior, y que puede expresarse como quiera y desde donde quiera sin temor a ningún estallido emocional, porque todo bajo a quedar en un estricto y absoluto ámbito de privacidad y confesionalidad que no va a traspasar las fronteras de la sesión. Y libertad para expresar cualquier emoción, sensación o sentimiento por desagradables, extraños o violentos que estos fueran. Así mismo es necesaria la existencia de "pausas". Es decir la sesión se interrumpe, se detiene, o se acaba cuando el cliente decida. Es contraproducente continuar con aquello que el cliente no quiere continuar. El terapeuta o el actor puede necesitar también una pausa, ante una situación que le desborde, y está en su derecho de solicitarla y de permitírsela. La pausa durará todo el tiempo que sea necesario. Es un recurso extraordinariamente positivo, que ofrece unos resultados sorprendentes y francamente óptimos. Las personas que trabajan con pausas, utilizan estas para reequilibrarse y poder aceptar y digerir momentos de intensidad que de otro modo les colapsarían y darían al traste con el proceso.

Imagen 3. Trabajo de grupo teatro terapia. Fuente: elaboración propia.

El acompañamiento es un proceso lento, delicado y exquisito. No puede haber irrupciones del exterior. El tiempo se extiende y estira tanto tiempo como sea necesario. No se puede acabar un acompañamiento sin que el proceso esté cerrado; es mejor no comenzarlo entonces. El acompañamiento exige del conocimiento del curso de las emociones, de su transformación y metamorfosis y de su control. Un actor experimentado conoce en la práctica este decurso emocional, al haber transitado muchas veces por variadas emociones y explosiones emocionales. David Boadella cita a Wilhelm Reich, famoso psiquiatra, en su libro Corrientes de Vida. Una introducción a la Biosíntesis:

"Cuando emociones profundas, en especial el odio, irrumpen a través de la armadura, lo cual es absolutamente necesario para la cura, sabemos que hemos creado una situación artificial que involucra fuerzas emocionales auténticas. Sabemos que las emociones son potencialmente peligrosas, pero el proceso de irrupción fue deliberado. Por lo general tenemos al paciente bajo control, y hemos preparado la irrupción emocional durante días o semanas con el mayor cuidado. [.] La dejé desarrollar su cólera alentándola a golpear la colchoneta. Este es un procedimiento peligroso si el paciente, en especial el esquizofrénico, no está en un contacto perfecto con el médico. Para asegurar ese contacto, hay que explicarle que cuando se le pida tendrá que detener instantáneamente su reacción de cólera. Le corresponde al médico decidir cuándo se ha alcanzado el punto de liberación emocional en el que se corre el peligro de que el paciente quede fuera de control. [.] No se puede liberar la cólera si no se cuenta con mucha experiencia obtenida previamente en situaciones menos emocionales" (Boadella, 1993:171-172).

El acompañamiento exige de una actitud amorosa. Una actitud compasiva, que no conmiserativa, de pena. El cliente es un ser digno. Contemplar la dignidad de una persona o de un personaje, reconocer esa dignidad y admirarla es amor. El amor exige reconocimiento a la dignidad del otro. Al final la salud mental es un aspecto del amor expresado y recibido. Un amor que es anterior a la concepción, y que se expresa también en la concepción, en la gestación, en el nacimiento y posterior al nacimiento. El perdón universal y el amor incondicional, así como la lealtad a la generación y linaje de ancestros, y el honrar estos ancestros a través del amor, pero también de la fijación de límites son conceptos a través de los que en el teatro terapéutico se manifiesta el amor. El amor es una instancia o superestructura mental-emocional tan compleja y multiforme que cada persona tiene una idea acerca de él. Pero todos lo consideran condición de la felicidad, de la paz interior y de la sanación. Sanar a un enfermo mental o ayudar a su mejoría pasa por instaurarlo en el amor, enseñorearlo y empoderarlo en el amor a sí mismo, y en agradecer el amor que ha recibido bajo muy distintas formas - muchas de ellas equivocadas, pero conformantes de su pasado al fin - y que constituye el ser que es hoy. Acabaré con unas palabras de un paciente de Stanislav Grof hablando de la experiencia de revivir su propio nacimiento en Realms of the Human Unsconscious:

"Era el lubricante divino lo que hacía tan fácil ceder y ser empujado y guiado. Una y otra vez tuve la experiencia de que "eso es todo" y de que "es increíblemente simple", de que todos los años de lucha, de dolor, de tratar de comprender, de reflexionar, habían sido absurdos, y que constantemente lo había tenido todo frente a mí, que era muy simple. Uno simplemente se abandona y la vida lo empuja, lo presiona, lo doma con suavidad y lo guía a través del viaje" (Grof, 1975:215).

Referencias bibliográficas

ARDILES, Hugo: La vida en mis cuerpos. Ed. Dunken. Buenos Aires. 2012.

BLAY FONTCUBERTA, Antonio: Creatividad y plenitud de vida. Ed. Iberia. Barcelona. 2008.

BOADELLA, David: Corrientes de vida. Ed. Paidós. Barcelona. 1993.

DEGLER, Janusz y ZIÓLKOWSKI, Gregorz: Essere un uomo totale. Ed. Titivillius. Corazzano (Pisa). 2005.

GROFF, Stansilav: Realms of the Human Unconscious. Ed. Vikinga. Nueva York. 1975.

WATSON, Ian: Hacia un tercer teatro. Eugenio Barba y el OdinTeatret. Ed. Ñaque. Ciudad Real. 2011.

WOLHEIM, Richard. Sobre las emociones. Ed. Filosofía. La balsa de Medusa. Madrid. 2006.